Climatología y Munición
Qué cierta es esa sentencia que dice “en verano todos los cartuchos son buenos”, porque el mismo cartucho, con idéntica cantidad de plomo, aporta en invierno unas prestaciones completamente distintas y siempre inferiores. Las razones son fáciles de analizar, siempre que se trate de un cartucho con una carga que vaya justa de presión. La climatología, en este caso el frío y la humedad, juegan un papel muy importante en el encendido y posterior combustión de la pólvora, provocando un bajonazo de presión y, en consecuencia, una menor velocidad y penetración. Hay quien se pregunta por qué van justos de presión los cartuchos utilizados en verano, en concreto los destinados a cazar la codorniz. La respuesta es muy simple. En esa época no hace falta más. Todos sabemos que la presión se consigue aumentado la cantidad de pólvora y plomo. Sólo hay que encender una cerilla en verano para observar que su combustión es mucho más rápida que en invierno. Para evitar en lo posible estos problemas, aún con cartuchos cargados para la caza de la perdiz, liebre, pato, paloma, becada, caza mayor…, es recomendable transportarlos en el coche, no en el maletero, y, sobre todo, ya en el monte, guardarlos en un lugar lo más cálido posible, es decir, en los bolsillos cerrados de los chalecos y nunca en las cartucheras. Pero incluso los cartuchos de más energía se ven afectados, sea cual sea el lugar, hora o estación meteorológica en que el aficionado cace, por las variaciones atmosféricas. Estas pueden modificar los resultados de cartuchos intrínsecamente iguales. Desde luego, es más fácil entender el fenómeno en días muy fríos, con temperaturas en torno a los cero grados. Durante las cacerías de jabalí, y habida cuenta que el cazador debe estar horas sin disparar y, en consecuencia, sin reponer los cartuchos alojados en su arma, conviene cambiarlos a partir de un tiempo prudencial y evitar afrontar un posible lance con unos cartuchos que a buen seguro ofrecerán como mínimo, un 30% menos de su rendimiento normal. No es nuevo destacar que con la misma calidad de municiones se ha comprobado en diversas ocasiones deficiencias de agrupación, y por tanto de velocidad, cazando en tiempo caluroso y seco, y bajo la influencia de la humedad, en una zona próxima a pantanos, o ríos. Hay quien mantiene que las pequeñísimas diferencias que se producen de presión, velocidad y agrupación en el banco de pruebas, continúan registrándose en el campo, sin que las condiciones atmosféricas tengan ninguna influencia. Sentado este principio, se deduce que los que opinan así no admiten variante alguna de carácter ocasional. Estas afirmaciones pueden aceptarse de un modo relativo. En primer término, porque esas observaciones nada tienen que ver con los fenómenos que se producen bajo la influencia de las variaciones atmosféricas. Existe la sospecha de que son la demostración de irregularidades que se observan en todas las armas, debidas a causas de difícil, sino imposible, evaluación; y en segundo lugar, porque la afirmación de paridad que se ha deducido de las pruebas en el campo no han podido estar sometidas a un riguroso método científico, único modo de poder atribuirles un valor positivo. Y aunque a alguno le cueste creerlo, lo mismo o parecido ocurre con la munición metálica en calibres no muy grandes, cuando se pretende alcanzar blancos a cierta distancia (200 metros) y con viento lateral.