Un famoso cazador y organizador de safaris en África es devorado por dos saurios a la orilla de un río, en los que supone el cuarto caso que se produce en menos de un mes
El equipo de rescate se temía lo peor. Las huellas de Scott Van Zyl lo conducían hacia la orilla del río Limpopo y, muy cerca del cauce, encontró su mochila. Este cazador sudafricano había desaparecido la semana pasada mientras exploraba la zona, al norte de Zimbabue. Había partido con un rastreador local y, tras aparcar su camioneta, ambos tomaron rutas distintas con el compromiso de reunirse al caer la tarde para regresar al campamento. Volvió el guía, también llegaron los perros que acompañaban al veterano organizador de safaris, de 44 años, pero no se supo más de su paradero.
Los helicópteros sobrevolaron el área y se organizaron varios grupos de búsqueda, que tampoco descubrieron pista alguna en las aldeas cercanas. El hallazgo del rastro en el barro y los efectos personales junto a unas aguas infestadas de cocodrilos hicieron sospechar el fatal desenlace. Los policías abatieron a dos saurios que descansaban en las cercanías. En sus respectivos estómagos se hallaron restos humanos que pertenecían al infortunado guía.
La suposición más probable, y estremecedora, remite a una acción conjunta de los reptiles, habituados a capturar a la víctima y colaborar en su desmenuzamiento. Mientras uno la mantiene atrapada por sus mandíbulas, el otro voltea rápidamente a la presa para despedazarla, un movimiento conocido como ‘death roll’ o giro de la muerte. Estos animales carecen de dientes capaces de masticar la carne y prácticamente degluten la comida.
La muerte de Van Zyl ha sacudido a la opinión pública de su país, donde los negocios de caza mayor se han convertido en un gran atractivo turístico. El finado era el conocido propietario de la empresa SS Pro Safaris, que ofrece expediciones de todo tipo, algunas tan ambiciosas como las destinadas a hacerse con el ‘Big Five’. La firma garantiza al coleccionista de trofeos que podrá abatir al león, el elefante, el búfalo, el leopardo y el rinoceronte, las cinco presas más codiciadas y valiosas de la sabana.
Sorprendentemente, este terrible suceso no es un hecho aislado. Las abundantes lluvias que ha soportado el país austral en los últimos meses han desbordado las cuencas fluviales y anegado el terreno, permitiendo a los feroces cocodrilos colonizar corrientes que antes no frecuentaban. Tan sólo en los últimos treinta días, cuatro personas han perdido la vida por ataques efectuados cerca de poblaciones. Los habitantes de Mashundi, en la provincia de Mashonaland, recuperaron del estómago de un saurio los restos de un niño de ocho años súbitamente desaparecido cuando se bañaba en el río local, y la misma suerte corrieron otros dos adultos atrapados mientras pescaban.
Los más letales
El cocodrilo del Nilo, una de las tres especies que habitan el continente africano, abunda en una extensa superficie que abarca desde el Atlántico al Índico. Sus festines de cebras y antílopes en el río Mara constituyen un hito habitual dentro de las masivas migraciones de ungulados, pero no se le ha considerado uno de los mayores peligros para el hombre en África. El hipopótamo es mucho más letal: embiste a las barcas y atropella a quien se interponga en su camino. Las hembras durante el periodo de cría resultan especialmente agresivas y los machos pueden desarrollar colmillos de medio metro.
Pero, a menudo, la amenaza es mucho más sutil. El mosquito anopheles trasmite la malaria, causante de 1,2 millones de muertes al año, aunque su incidencia mortal disminuye en torno a un 7% anual. Desgraciadamente, la relación de enemigos del hombre en la región subsahariana tiene al de su propia especie como el más impredecible y devastador. Las masacres producidas por el hombre en Sudán del Sur, Congo o Centroáfrica no tienen parangón. Y a veces hasta se alía con otras fieras para consumar sus crímenes: el presidente Idi Amin, autoproclamado ‘Señor de todas las bestias de la tierra y peces en el mar’, solía alimentar a los cocodrilos ugandeses con sus numerosos opositores políticos
Fuente – El Norte de Castilla