Como preveíamos y veníamos anticipando la desveda codornicera del pasado miércoles ha sido mala, sin llegar a muy mala, ya que el tiempo fresco acompañó, incluso llovió en muchas zonas y eso tanto para el perro como para que afloren las pocas codornices que había, es mano de santo. A pesar de todo una media de 5 – 6 codornices por cazador se me antoja generosa. Es lo que hay, no cabe más que insistir a la espera de ese día soñado en el que las codornices que han subido en busca de habitats más frescos, retornen a sus cuarteles de invierno. Ahora es cuando se ven los verdaderos cazadores. En cuanto a la reducción del número de batidas al jabalí en Álava, Ramón Iglesias y Viteri de la Federación y J. José Merino de ADECAP de la mano de Alfredo Marco Tabar han hablado con la Diputación para solucionar este despropósito. De hecho han conseguido que a primeros de septiembre se celebre un consejo de caza extraordinario para hablar del tema. Algo me dice que habrá alguna solución. Porque de lo contrario las consecuencias que se podrían derivar de este desaguisado serían lamentables: muchas menos capturas, más accidentes de circulación, más daños a la agricultura, mala uva y desconcierto entre los que curiosamente regulan esta y otras especies ¿Entiende alguien esto? Ni el que asó la manteca. Además, las poblaciones de este animal están en clara progresión y los cazadores con su esfuerzo y dinero son los paganos de las averías de este y otros animales. Me da la sensación que el desconocimiento y el sentimentalismo y no argumentos con soporte conservacionista y biológico les mueve a los responsables administrativos. Está bien exigir racionalidad y respeto cuando no los hay, pero no es el caso. Además, con la que está cayendo es el momento de apoyar sin ambages la caza como motor generador de riqueza, máxime en Álava donde el aporte de los acotados es importante para los municipios rurales y el sector cartuchero y fabricantes armeros – el más importante del estado – están pasando penurias