En esta ocasión voy a presentarles unas imágenes de nidos de especies cazables y no cazables que comparto con ustedes en una época fuera de nidificación en aras de evitar émulos que se acerquen a los nidos sin el debido conocimiento y den con ellos al traste.
Jamás un niño de mi pueblo propició el estropicio de un nido. NUNCA. Todavía recuerdo cómo cuando aprendíamos un nido de jilguero o de pardillo (de fringílidos en general) los metíamos en una jaula y poco a poco les acercábamos a casa para que los cebaran sus padres. Esa operación, dependiendo de la lejanía, duraba dos o tres días. Luego, les colocábamos en el corral de forma y manera que no pudiera acceder a ellos el gato y cuando veíamos que las crías se comían el alpiste de la jaula, los quitábamos enseguida del alcance de sus padres para que no los envenenaran. Preferían verlos muertos a verlos enjaulados de por vida.
Esto de descubrir nidos lo hacíamos con sumo cuidado, pues si aprendíamos el nido cuando estaba poniendo la madre y alterábamos lo más mínimo del entorno, enseguida lo aborrecía. Ellos jugaban con el mimetismo y una simple hierba que a nosotros nos parecía que estorbaba, era vital para su camuflaje en conjunción con la luz solar.
El secreto para ver progresar un nido, es no tocar nada del entorno ni estar mucho tiempo observándolo, pues siempre hay algún depredador vigilándonos.
Hoy es el día que sigo buscando nidos para fotografiarlos. No soy más listo que nadie. Pero como profundo conocedor de la etología de las especies que se cruzaron en mi ya largo y ancho camino, conozco los recónditos lugares donde nidifican y todavía puedo subirme a donde sea necesario para contemplar el milagro Divino de los nidos. Muchas veces lo hago con mis cámaras para que nadie diga que escribo de oído aun cuando no estoy dispuesto a someterme a ordalía alguna por este motivo. Y no voy a hacerlo a pesar del asqueroso acoso al que me tienen sometido quienes practican la ignominia desde ciertas serrallas que no son tan anónimas como ellos se creen. Pobres ignorantes.
La mayor parte de las ilustraciones de mis artículos y muchas de los ajenos, se hacen con fotografías de este su seguro servidor. Es más, de fotografía no sé mucho, eso es verdad, pero para eso están los automatismos y el sentido común además de unos cursos que tengo pendientes a los que he asistido y seguiré asistiendo.
Yo escribo de lo que sé y de lo que conozco. Conozco el equilibrio que hay que guardar para que siga habiendo lo que mengua como consecuencia de unas organizaciones ecologistas subvencionadas de los ministerios y por una dejadez total del Estado.
Yo aprendí de niño a buscar nidos y durante toda mi vida he estudiado y perfeccionado lo aprendido y en ello sigo. Antes me llevaba a casa sus frutos o mis conocimientos y ahora los fotografío. Los fotografío siempre y cuando pueda hacerlo sin incordiarlos o ponerlos en peligro. Pero jamás les molesto a excepción de a las crías de lechuza, pues me gusta que me siseen y me planten cara extendiendo el ala o las alas. Luego, simulo gran miedo y hago que huyo despavorido a fin de que se crezcan. Son preciosas ??? majestuosas ??? valientes. SON UN TESORO. Tesoro que también se están cargando y ahora, los de siempre, quieren chupar unas cuantas subvenciones so pretexto de lo que ellos denominan Hawking. A lo mejor recuperan las lechuzas como los linces de Doñana???
Ya lo ven, los cazadores de a píe nos distraemos con poco, con lo nuestro, con lo de siempre, pues entiendo que quien no conozca el medio rural en profundidad, jamás podrá ser nada relacionado con él.
La naturaleza está en constante cambio y ahora estamos pisando el acelerador para ir a peor.
Pese a que no te atiendan los necios, sigue y prosigue. Tu siembra de conocimientos siempre obtendrá sus frutos.
Un abrazo Juan,