Los perros
son hipersensibles al
calor, por lo que el
verano es una
estación
especialmente
peligrosa para estos
animales. Tal y como
alerta el criador y
adiestrador
guipuzcoano, Joxan
Rekondo, diez
minutos al sol pueden
ser suficientes para
que un perro muera
porque su
refrigeración corporal
es más compleja que
la humana y menos
eficiente.
«Hay que
tener especial cuidado
cuando paramos a
tomar una cerveza
fresca y les dejamos
encerrados en el
coche. Deben
quedarse en un sitio
aireado y fresco en el
que, además, no les
perdamos en ningún
momento de vista –
añade Rekondo-, ya
que, aunque a veces
se nos olvide, el sol
se mueve».
En este
contexto de
condiciones
climatológicas
extremas, la media
veda representa una
seria amenaza para
los perros de los
cazadores. Arranca la
temporada, muchos
de ellos no se
encuentran en forma
y el sol de agosto
castiga sin piedad en
los campos de
Castilla, Extremadura,
Aragón o La Rioja.
Pero las
altas temperaturas no
son el único peligro
para estos animales.
Espigas, patas
aspeadas y
garrapatas pueden
acarrear también
importantes
consecuencias.
Por todos
estos motivos, la
mejor forma de
afrontar la media
veda es el
entrenamiento, a
juicio de Rekondo. Un
mes y medio antes,
aproximadamente,
hay que empezar a
llevar al perro al
monte durante un par
de horas para que
vaya cogiendo el tono
muscular.
«Hay
gente que piensa que
dando unas vueltas
dos días antes ya es
suficiente. No hay que
olvidar que, en
muchos casos, el
animal lleva meses
inactivo y que cuando
sale a cazar lo quiere
dar todo».
En el caso de
las patas aspeadas y
las llagas, lo más
recomendable es que
el entrenamiento
previo a los días de
caza se lleve a cabo
superficies áridas o
con piedras para que
las almohadillas
plantares se vayan
endureciendo y no se
erosionen o inflamen
a las primeras de
cambio. «Nuestros
perros están
acostumbrados a
terrenos blandos que
no tienen que ver con
los rastrojos con que
se van a encontrar en
otras comunidades»,
prosigue el criador
andoindarra.
Rekondo
también aconseja
prestar atención a la
alimentación y
empezar a dar pienso
de alta energía al
animal quince días
antes del inicio de la
media veda. «El perro
es un atleta y como
tal hay que tratarlo»,
apostilla.
Todas estas
pautas, junto a
vacunaciones y
desparasitación,
ahorrarán a los
cazadores «disgustos
y mucho dinero en
veterinarios». El
criador pone además
especial énfasis en
los cuidados que
deben prestarse al
animal tras una
intensa jornada de
caza.
«Antes de
que el cazador se
quite las botas debe
mirar bien cómo se
encuentra el perro. Si
tiene alguna pequeña
grieta o alguna
espiga. Quitar una
espiga de la oreja no
es difícil quitarla, pero
si ya la tiene en el
pulmón la cosa se
agrava», concluye
Rekondo.
Recomendaci
ones
Golpes de
calor: los principales
síntomas tienen que
ver con una
temperatura corporal
superior a los 40
grados, jadeos
excesivos y
respiración forzada.
Lo más conveniente
es cazar a horas
tempranas y dar de
beber agua al perro
con frecuencia.
Aspeaduras:
se pueden prevenir
con sesiones de
entrenamiento
previas en terrenos
duros. En los casos
más leves, el
tratamiento puede
realizarse con friegas
de agua fría y vinagre
y sal, pero cuando las
almohadillas están
levantadas hay que
desinfectar y reposar
varios días.
Espigas:
consiguen introducirse
con gran facilidad en
patas, orejas y ojos y
pueden acabar
‘migrando’ al interior
del perro con
consecuencias fatales
en algunos casos. Se
recomienda repasar
las zonas más
conflictivas al concluir
la jornada.