YA se sabe que la caza no son como las matemáticas, y si a alguien le quedaba alguna duda, lo del pasado viernes 29 lo demuestra. Finales de octubre, amanecer con temperaturas de 18º y viento cálido del sur durante la noche, después de varios días de vientos atlánticos del noroeste en los que no pasaron pájaros. Ya desde el miércoles 27 llegaron los vientos del sur y la posterior subida de temperaturas, lo que despertó las mejores expectativas para los cazadores de pase en puesto. Pues ni jueves ni viernes llegaron las esperadas palomas torcaces a nuestros cielos. Ni altas, ni bajas. Ni siquiera malvices, en unas fechas normalmente pródigas para el pase de la más pequeña de las aves cazables a nivel estatal.
El fin de semana volvió a entrar otro temporal que anuló la llegada de aves hasta ayer, aunque el martes media docena de bandos de palomas y zorzales alirrojos y del país, a media mañana, devolvieron la ilusión a zonas como Ereza. Eso sí, desde palombe.com la cifra de palomas avistadas desde los puestos de Iparralde siguen prácticamente estancadas con poco más de un millón de ejemplares, así que los más optimistas calculan que quedarían muchas más aún por sobrevolarnos. Aunque también hay quien las ha visto cruzar las semanas pasadas por tierras alavesas, o incluso a la contra por la costa la semana pasada, sin que luego esos pájaros se queden reflejados en los datos de internet. En noviembre históricamente siempre quedan uno o dos días muy buenos de pase de palomas que normalmente pillan muy descolocado al personal.
becada En el lado positivo de este panorama desconcertante en cuanto al pase se refiere, las primeras sordas ya van dejando constancia de su tímida llegada hasta nuestras tierras. Se las ha avistado de forma muy puntual al amanecer en algunas líneas de puestos y por zonas costeras, y luego de día en zonas de interior y en algunos acotados del norte de Burgos. Y es que son muchos los cazadores que desde la festividad de Todos los Santos cambian el «uniforme» de pase por los perros y las caminatas en el monte en pos de la becada. Y estas primeras capturas, muy pocas, siempre resuenan más de lo normal en el mundillo, acelerando el tránsito de una modalidad a otra, y despejando las líneas de puestos de muchos dueños de canes.
Eso sí, estas primeras, «de entrada» pueden estar en casi cualquier lugar y no es extraño toparse con ellas en el sitio menos esperado, como una campa, en la esquina de cualquier pista o camino o sitios similares al aire libre. Todavía no tienen fijadas sus querencias aunque los más veteranos ya saben dónde pueden recalar estos primeros pájaros que causan una verdadera devoción entre los cazadores vascos.
ley Y por si fuera poco, algún medio desea echar leña al fuego mientras se trabaja en la nueva ley de caza vasca. Cuando toca dejar hacer su trabajo a los políticos, algunos azuzan al hablar de lobbys de cazadores para hacer presión. Como si a los muchos miles de cazadores de a pie no les fuera nada en el futuro texto que regirá la caza en Euskadi. Y donde se desprenden algunos datos, estremecedores de confirmarse, para el futuro de la actividad. Se supone que una ley debe armonizar intereses y regular, no complicar con más prohibiciones y recortes sin fundamento para zarandear a un colectivo ya con muchas cicatrices en su haber.
Una regulación moderna para una actividad muy arraigada con la actualización de un texto de 1970, que tampoco es malo. Por supuesto, también con un poco de cordura cuarenta años después. En general, la sensación entre cazadores es que se está desvirtuando la actividad y se está transmitiendo a posta una caza muy alejada de la realidad. Dependiente de la climatología y con contadas fechas de llegada de pájaros, y no con la «guerra» permanente que algunos quieren transmitir.