250.000 renos pueden ser sacrificados en Rusia, la región de Yamalo (Siberia) ante el riesgo de una epidemia de antrax, infección contagiosa causada por la bacteria Bacillus anthracis y puede ser mortal para animales y humanos.
Este verano se diagnosticó el contagio de dos decenas de pastores y un niño que finalmente falleció.
Todas las hipótesis apuntan a que, debido al calentamiento global el cadáver de un animal enfermo que permanecía enterrado en el permafrost (capas del suelo que están permanentemente congeladas) se descongeló. desde hace al menos 75 años, lo que provocó el contagio de renos de la zona. 2.300 renos, informan varios medios, han muerto ya por este mal.
El gobierno regional, según informa el Siberian Times, pretende reducir la densidad de la población de renos: cuanto más alta es, más rápido se transmiten las enfermedades. Su número ha crecido considerablemente: con la caída de la URSS había entre 300.000 y 400.000 y esta cifra se ha duplicado.
El antrax se contagia por 3 vías: la cutánea (por contacto con animales infectados) es la manifestación más común, pero no la más peligrosa; la gastrointestinal (por comer carne mal cocinada de reses enfermas o agua contaminada por ellas) y la inhalación de esporas de ántrax, que es mortal en la mayoría de los casos.
En el caso de Siberia el peligro llega por las dos primeras vías de contagio. En algunas zonas de Siberia hay cadáveres enterrados muy cerca de la superficie. Después, el deshielo hace correr el agua, que transporta esta bacteria desde el cadáver del animal hasta la boca de otro ser vivo.
Este ‘sacrificio masivo’ de renos implica adelantar la época en la que se mata a estos animales y ampliar el número de ellos que tendrá que morir. Los pastores recibirán ayudas bancarias para vivienda a modo de compensación. Cerca de 58.000 renos fueron vacunados estas semanas contra el ántrax en la zona de cuarentena y las áreas limítrofes de la península de Yamal, según informa El Mundo.
Al parecer se trata de un peligro latente y que puede ser cíclico: en inviernos anteriores el frío fue tan intenso que el hielo creció demasiado, provocando muchas muertes de renos por falta de comida. Esos cadáveres pueden descongelarse en cualquier verano de demasiado calor, lo que reactivaría los contagios. La última vez que se tuvo noticia de este mal en la región fue en 1941.
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