Delincuente, término que repito aunque me duela, es la palabra con la que el Estado lleva etiquetándome desde que a los 14 años decidiera obtener mi primer permiso de armas. Fue el de tipo AEM (Autorización Especial para Menores) y me capacitaba a cazar junto a mi padre con mi primera escopeta.

El Ministerio del Interior acaba de presentar en sociedad un nuevo reglamento de armas. Lo ha formalizado a través de un real decreto publicado en el BOE el 30 de noviembre. El hecho no tendría nada de particular si no fuera porque ha cogido a sus principales protagonistas y destinatarios por sorpresa.

La caza es una actividad tan antigua como el ser humano. Aunque ha diversificado y actualizado sus formas, hoy como ayer sigue jugando un importantísimo papel en el mantenimiento del medio natural. La práctica cinegética es necesaria para la regulación de los ecosistemas. Sin embargo, las legislaciones cada vez más restrictivas impulsadas por grupos de presión que no tienen en cuenta esa importantísima función ecológica y social amenazan con hacerla desaparecer de nuestro entorno. Los cazadores reconocemos nuestra dejadez al no haber sabido comunicar a la sociedad las ventajas que le reportamo...