“Una moratoria de la caza de la tórtola por sí misma sería contraproducente para la situación que vive la especie”. Así de tajante se muestra Gregorio Rocha, profesor del departamento de Zoología de la Facultad de Veterinaria de Cáceres de la Universidad de Extremadura, que desde 1995 está estudiando a esta especie y que sostiene que “los cazadores son los únicos que están haciendo algo útil para recuperar esta especie”.
La posible moratoria, propiciada en gran parte por “falsos mitos y mantras sin fundamento” y que puede llegar desde la Unión Europea, difícilmente reconducirá “la crítica situación en la que se encuentra”, según señala el director gerente de la Fundación Artemisan, Luis Fernando Villanueva.
Durante las más de dos décadas que Rocha lleva estudiando esta especie ha podido constar que “la tórtola es una especie que tras pasar el invierno en el Sahel regresa para reproducirse al lugar en el que ha nacido, que es un comportamiento que denominamos ‘filopatria’, y permanece en ese lugar”.
Las condiciones que se encuentre en esa zona son determinantes para que las poblaciones de tórtolas se incrementen o decrezcan. Por ejemplo, en Marruecos, donde tienen unas mejores condiciones para su desarrollo, “y disponen de un auténtico vergel, puede poner dos o tres polladas al año, y se ha demostrado que en los últimos diez años se han incrementado las poblaciones en un 59%. En España y otras zonas europeas, donde se ha producido una degradación del hábitat debido a la intensificación de la actividad agrícola, únicamente hace una pollada y a duras penas, con lo que las poblaciones han disminuido en torno a un 20% durante el mismo período”, asegura Rocha.
Moratoria infructuosa
Esa es la principal causa de la situación en la que se encuentra la tórtola, frente a las acusaciones que responsabilizan de la situación a la presión cinegética. A modo de ejemplo esclarecedor Rocha y Villanueva señalan que “hace treinta años que se prohibió en Inglaterra la caza de esta especie, pero las poblaciones siguen disminuyendo”.
Esa argumentación se ve reforzada por el hecho de que otras especies migratorias y ligadas a entornos agrícolas pero que no son cinegéticas, como es el caso del alcaudón, los sisones o la canastera, también han disminuido sus poblaciones de forma ostensible.
A partir de esas certezas y con el convencimiento de que “si se aplica una moratoria sería el fin de la caza de la tórtola” según Villanueva, la Fundación Artemisan ha presentado el Plan Integral de Recuperación de la Tórtola europea en la Península Ibérica (PIRTE), que promueve un modelo de caza sostenible para reducir la presión sobre la especie. De hecho, considera que la gestión y la caza sostenible pueden ser una solución y no un problema para la especie.
Hábitats favorables
Es una obviedad afirmar que los cazadores son los primeros interesados en la recuperación de la tórtola y, de hecho, son los que participan económicamente en el establecimiento de zonas acotadas que ofrecen un hábitat favorable para esta especie. “Son los únicos que ponen dinero de su bolsillo para crear zonas preparadas adecuadamente, en las que disponen de comederos con alimento complementario”, apunta Rocha.
Por el contrario, el profesor de zoología, apunta que “hay zonas concretas de Extremadura, que tendrán una superficie conjunta de entre 40.000 y 50.000 hectáreas, en las que sus gestores se han autoprohibido la caza desde hace 5, 8, 10 o 15 años, pero en ese período no se ha recuperado la especie porque no se han facilitado las condiciones para ello”.
Además del respeto absoluto a los cupos establecidos con inspecciones en los cotos para comprobar el cumplimiento de los mismos, el PIRTE incorpora también otras actuaciones y reclama directrices claras como “el desarrollo de un censo real de la tórtola y la implementación de medidas agroambientales a través de los Planes de Desarrollo Rural”.
Otras medidas que propone este plan integral pasan porque las comunidades autónomas consensúen una uniformidad para los períodos hábiles y fechas de caza de la tórtola, con propuestas concretas sobre esas fechas, con una monitorización continua que permita llevar a cabo una caza adaptativa.
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