No quisiera pecar de reiterativo pero es que al problema de los cormoranes ninguna comunidad del estado intenta buscar solución. Este animal de nombre rimbombante es una especie sin interés cinegético y protegida por la ley que ha aumentado sus poblaciones descontroladamente adentrándose hasta la misma cabecera de los ríos, cosa inédita hasta hace bien pocos años.
Entiendo que en la actualidad no tendría porque estar protegida ya que tiene una gran capacidad para pescar e impactar en las poblaciones de alevines de todo tipo incontroladamente. Está bien repoblar los ríos con alevines nacidos de reproductores autóctonos pero no para que sirvan de alimento a este cuervo marino. Un predador se regula por si solo cuando le falta alimento, de ahí que esperar a que acaben con toda la riqueza ictiológica para regularse se me antoja un despropósito.
En este bendito país donde se piensa bien pero tarde, los responsables directos de su gestión, cargos importantes con nombres interminables relacionados con la defensa del medio ambiente, naturaleza, montes, vida silvestre y muchas cosas más, han intensificado sus esfuerzos en buscar soluciones. Reacciones que así contadas parecen como siempre la panacea de todos los males ¿Pero quién va a ser en definitiva el primer “desalmado” en arremeter contra una especie protegida? Se harán gestos, incluso comentarios sin levantar mucho la voz anunciando medidas correctoras encaminadas a paliar este desequilibrio, pero al final, salvo sorpresa, nadie dará el paso adelante.
En el estado es muy difícil que una moratoria o una determinada protección a la fauna se suprima aunque proceda hacerlo. Importan los temas más resonantes y electoralistas. Una semana sería suficiente para arreglar el entuerto. Cuatro cohetes pirotécnicos en buena dirección varios días, unos pocos entierros civiles y seguro que los cormoranes se retiraran allá donde nunca debieron salir, las costas marinas. Así de sencillo, regularíamos el equilibrio ecológico en la zona y el medio volvería a la racionalidad. Nada más, conservacionismo puro, supresión de los individuos que no puede sustentar determinado medio. El recelo que suscita entre los pescadores, verles todos los días a pie río en rigurosa formación es para pensárselo. Y no digamos nada cuando inician a pescar con una facilidad que para sí quisiera él más voraz de los lucios. En definitiva toda una joya de la naturaleza que insisto, tiene que estar en el mar.