Son las 04:00 de la mañana y suena el despertador. He quedado con mi amigo Miguel de la Fuente a las 04:45 para que ambos tratemos de conseguir cazar un ejemplar de gamo cada uno. Con las ganas e ilusión de la primera vez que fui a cazar con 8 años, me levanto imaginando mil lances posibles y soñando despierto. Nada mejor que un buen desayuno y nos ponemos en marcha hacia el cazadero.
Aproximándonos a la finca ya podemos vislumbrar en la oscuridad los verdes ojos de algunos gamos alumbrados por la luz del coche. Estoy cardíaco y ansioso ante este reto de tratar de dar caza a un buen ejemplar de macho con mi arco. Hoy es el primer día de caza de esta temporada.
En Chile el celo del gamo, también conocido como ???Ronca???, comienza a mediados de marzo y suele prolongarse hasta mediados de abril. Siempre se puede adelantar o atrasar algo dependiendo un poco del clima. En esta época los machos apenas se alimentan, se dedican en exclusiva al celo. No es de extrañar, pues después les toca unas semanas duras de cubrir a las hembras y cuidar sus arenes defendiéndolas de posibles machos rivales.
Prácticamente me conozco el cazadero a la perfección. El año pasado vine nada más y nada menos que 11 veces, pudiendo tirar algunas hembras y algún que otro macho, pero los dejé porque consideré que no cumplían con mis expectativas. Quería que mi primer gamo fuera un macho representativo o de cierto nivel.
El cazadero es una zona de pastos, espinos, praderas y bosque con un bonito embalse en el que hay agua todo el año, totalmente abierto, sin vallas cinegéticas. Solo alambre de espino para el ganado. Un alambre que los gamos pasan saltando sin esfuerzo alguno.
A principios de temporada está todo muy seco, ya que está acabando el verano, y es difícil caminar sin que cruja el suelo. En el mes de mayo es cuando las lluvias hacen que verdee.
A poco del amanecer, decidimos salir del coche para vestirnos y preparar el equipo. Repasamos el material, arco, flechas, puntas de caza, telémetro, binoculares, cuerda, cuchillo, desollador, agua y algo de comida. El arco que llevo es Un Strother SX Rush de 60-70 libras. Las flechas unas Maxima Hunter cal 350 con un peso de flecha de 412 grains. Ideal para una buena rasante, ya que en esta zona los tiros suelen ser bastante largos, 40 metros o más. Es más bien una flecha ligera, ya que el gamo, digamos, no es de piel dura, por lo que no tendremos ningún problema de penetración siempre que no topemos con un hueso duro, aunque la mayoría de las veces, los parta.
La punta de caza que usaré es una Grim Reaper mecánica de tres filos, esto quiere decir que al impactar, se abrirá. Tiene tres cuchillas y es una punta ideal para tirar largo, ya que al estar sus cuchillas recogidas, vuela como una de entrenamiento. Perfecta.
El Gamo tiene una buena vista por lo que no deja acercarse mucho, y este cazadero tiene poca cobertura de vegetación en muchas de sus zonas. Sí que hay zonas boscosas, que son las que sestean, esperando a que anochezca para salir a pastar. Zona de bosque muy cerrado con trochas por donde pasan, pero difícil recechar allí por lo sucio del monte.
La ropa escogida en esta cacería y sabiendo lo árido del terreno, hierba alta de color amarillento y vegetación y arboles verdes, he escogido el M2D camo, perfecto por sus colores en amarillos y verdes. Literalmente desapareces a la visión de los animales.
Preparamos todo y partimos a eso de las 06:50, todavía a oscuras pero empezando a ver algo de luz. Miguel decide irse a un lado del cazadero y yo al otro.
El suelo esta imposible para caminar, muy seco y cruje mucho, por lo que aprovecho una trochilla de ganado con menos hierba para desplazarme y evitar ruidos que delaten mi presencia. Al poco de empezar, ya escucho la carrera de algún gamo justo enfrente de mí. Lo primero que pienso es que esto va estar muy difícil hoy. Es muy incómodo caminar y recechar con ese ruido constante de tus pisadas. Poco a poco voy avanzando metros, parándome para escuchar el monte. Se empiezan a escuchar algunos zorzales y tórtolas.
De pronto a mi derecha, a unos 100 metros y estando yo medio tapado por unas acacias, veo recortando silueta las palas de un gamo que avanza tranquilo pastando paralelo a mí. Sigo avanzando con él, tapado por acacias y algún matorral. Se me empieza ya a acelerar el corazón. Llega un momento en el que estando paralelo a él, ya a unos 60 metros, no puedo avanzar más. La falta de cobertura me impide seguir. Decido quedarme apostado debajo de un árbol que tiene las ramas muy bajas. Por delante me tapa la hierba seca y alta. No me puede ver. Sigue avanzando el gamo, parándose de vez en cuando a pastar. Está tranquilo, y no aún no ha percibido mi presencia.
Justo en ese momento, decide empezar a bajar en mi dirección, haciéndolo por un pequeño desnivel. Lo aprecio perfectamente caminado y balanceando su cuerna de un lado para el otro. Lo veo muy abierto y con unas palas muy generosas. Sin duda, es un buen macho. El corazón me late aún con más fuerza. En su descenso un pequeño matorral lo tapa y es entonces cuando aprovecho para coger distancias. Tengo un árbol enfrente y el telémoetro me marca 50 metros. Pienso que si pasa más allá del árbol, no le tiro. Llevo el arco a 60 libras, que es con lo que compito. No tuve tiempo de ponerlo a 70 libras. Pero está puesto muy muy fino.
Sigue avanzando y por suerte me entra a este lado del árbol. En su avance queda tapado por otro matorral y vuelvo a tomar medidas. Un matorral a 20 metros, el siguiente a 30 y luego está el árbol a 50 metros. Perfecto. Veo en su avance que va a pasar entre los 20 y 30 metros.
De repente, a mi izquierda escucho pisadas y ruidos de algunos gamos y el macho levanta la cabeza, mirando en esa dirección. Decide pararse a 25 metros y tomar un bocado. Y Otro bocado. Pienso; A la siguiente que se agache, aprovecho yo para abrir el arco. Se vuelve a agachar y abro el arco. Tengo el corazón latiendo con tal fuerza, que me da la impresión que me va a oír. Otra vez hacen ruido los gamos que tengo a la izquierda y que no veo. El macho levanta la cabeza y mira en esa dirección una vez más. Lo tengo un poco de frente pero terciado a mi izquierda. Tengo la hierba alta y solo le veo bien desde la base del cuello hacia arriba, y entre medias partes de su cuerpo. Con el arco abierto apunto a la base del cuello, suelto la flecha y como a cámara lenta, la veo volar e impactar donde había apuntado. Recibe el impacto y sale corriendo hacia el árbol, subiendo un pequeño desnivel y desapareciendo.
Aún convencido por el sonido del impacto de que el tiro había sido muy bueno, decido esperar 15 minutos. Me empiezan a bajar las pulsaciones y comienzo a tranquilizarme. Un rececho de libro, bien pensado y bien ejecutado. Repaso todo el lance, buscando algún error u otro posible desenlace, pero no. Creo que ha sido todo perfecto. Miro el reloj y me doy cuenta que desde que lo ví hasta que le he tirado ha pasado una hora y cuarto más o menos.
Han pasado los 15 minutos y muy ansioso, me dirijo al lugar del impacto. Enseguida veo el pezuñazo de salida y el primer taponazo de sangre. A 15 metros veo la flecha en el suelo.
Antes de llegar a la flecha veo dos buenos rastros de sangre. Me tranquilizo y pienso, no puede estar muy lejos. Llego al lugar de la flecha y está toda llena de sangre y muy roja. Buena señal. Miro al frente en dirección a la huida del gamo, y con el contraste amarillo de la hierba y la cantidad de sangre que echa, se aprecia el reguero perfectamente. Un pisteo muy fácil. Sigo el rastro, y veo en un tronco mucha cantidad de sangre salpicada. De pronto parece que ha dejado de correr, ya que el rastro ya no es con dispersión, sino reguero perfecto en el suelo. Ha ido caminando.
Paso el desnivel y a unos 20 metros veo una pala en el suelo junto a un matorral de espino. Ya tengo mi primer gamo cazado con arco en Chile.
Me acerco a él, lo observo y realmente es un buen macho. Observo el tiro y está muy bien colocado, en la base del cuello. La flecha le ha entrado por ahí y la punta asoma en la paleta del lado contario.
Paso un buen rato observándolo, y me invaden algunos lances en este mismo cazadero a los gamos que en su día decidí no tirar, por querer algo bueno.
Toda espera y trabajo bien hecho, tiene su recompensa.