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El proyecto RUFA comienza a dar frutos en la recuperación de la perdiz roja

El proyecto RUFA comienza a dar frutos en la recuperación de la perdiz roja

Carlos Sánchez, director de investigación de la fundación Artemisan, ve indicios esperanzadores tras los primeros años de puesta en práctica de esta iniciativa

J. Zengotitabengoa
El delicado futuro de la perdiz roja silvestre en el Estado ha movilizado a la Fundación Artemisan, dedicada a la gestión y conservación de especies de fauna y flora. Esta organización privada sin ánimo de lucro ha desarrollado el proyecto RUFA con el fin de recuperar esta especie, para lo que necesita la vital colaboración de cazadores, agricultores y gestores de cotos.

Según datos de Artemisan, en solo dos décadas la población de perdiz roja silvestre se ha reducido en un tercio en el territorio nacional. Las causas: “la pérdida de su hábitat, los cambios en las prácticas agrícolas, la depredación, caza no sostenible y, en algunos casos, el mal uso de los ejemplares criados en cautividad”, enumera Carlos Sánchez, director de investigación de la fundación.

Ante esta situación, y junto a varias federaciones de cazadores, en el año 2018 comenzaron a implantarse mejoras en esos aspectos dentro de siete cotos demostrativos diseminados por el territorio nacional -incluyendo Euskadi- donde solía ser abundante su presencia. La idea fue importada del Reino Unido, tras el éxito cosechado en sus fincas de caza para proteger a la perdiz pardilla.

Uno de los aspectos en los que más se ha trabajado ha sido en la mejora de su hábitat, “dado que en la práctica y junto con el control de predadores, es una de las medidas de gestión más complicadas de realizar”, añade. Las medidas ejecutadas se han centrado en la restauración de zonas arbustivas, que benefician a los ejemplares, o en reservarles márgenes multifuncionales en los cultivos para su anidamiento y refugio.

“En algunos lugares, ha sido complicado llegar a acuerdos con los agricultores”, relata. “Pero lo hemos logrado, siendo conscientes de sus necesidades y con ayudas económicas”.

Respecto a la depredación, la normativa española complica su control. El uso de trampas está prohibido para los zorros y córvidos; mientras que comadrejas, turones y armiños -que se alimentan de huevos y crías- están protegidos. Artemisan espera conseguir permisos especiales de caza para estos animales.

También se han realizado esfuerzos en suplementar a las perdices con agua y comida y en la realización de una caza adaptativa, todo ello acompañado de un seguimiento de las poblaciones de esta y otras especies amenazadas, que también “se aprovechan” de la mejora del entorno para prosperar.

En cuanto al uso de perdices de granja, Sánchez defiende que puede generar más problemas que soluciones. “Si se actúa sobre el entorno y los depredadores, se puede aumentar la población silvestre sin necesidad a recurrir a ejemplares criados en cautividad. Sus sueltas masivas pueden causar daños por hibridación”.

Observatorio Cinegético

Para analizar el resultado de todas estas medidas, es preciso realizar un conteo de estas aves para determinar la evolución de su censo. El trabajo de los ‘grupos perdiceros’ ha sido imprescindible para esta monitorización. Integrados por cazadores, gestores y agricultores, proporcionan datos de su área al sitio web del Observatorio Cinegético (observatoriocinegetico.org).

Esta plataforma digital ha sido diseñada con el objetivo de mejorar los conocimientos de las especies cinegéticas y mejorar su conservación y su aprovechamiento. La iniciativa se compone de una aplicación móvil para gestores de coto, que permite a los usuarios hacer ‘ciencia ciudadana’ enviando información tomada en el campo que es recibida por los científicos del observatorio.

Esta información será la materia prima de los informes técnicos que permitan aumentar el conocimiento del estado de las poblaciones cinegéticas y facilitará la publicaciones de estudios científicos de primer nivel. A fecha de hoy, según datos de la web, ya han colaborado 1.436 personas y se han realizado casi 3.000 censos.

Los datos permiten también decidir “si se caza o no en función de la salud de la especie, que es en lo que se basa la caza sostenible. Además, esto sirve como muestra de la implicación de las personas involucradas en este proyecto, ya que ha habido cotos que han decidido pausar la actividad cinegética durante uno o dos años para contribuir a la recuperación de la perdiz”, destaca Sánchez.

Un compromiso que califica como “ejemplar”. “Es cierto que desde Artemisan, de antemano, hemos seleccionado los cotos en función de las ganas de participar de la gente. Pero estamos muy contentos de cómo se ha desarrollado todo este trabajo, aunque queremos llegar a más para tomar decisiones con mayor base científica”.

Primeros indicios

Esta labor impulsada por Artemisan no solo está dejando huella en nuestras fronteras.

Recientemente, ha recibido un reconocimiento en la feria internacional ‘One with Nature’ que ha tenido lugar en Budapest hasta el 14 de octubre.

Varios integrantes de la Federación Española de Caza, junto al propio Carlos Sánchez, tuvieron la oportunidad de explicar a sus colegas europeos “todo el trabajo que estamos realizando para ponerlo en valor”. En el acto, se destacaron los diferentes proyectos desarrollados para la conservación de la biodiversidad que ya sirven como referencia a otros países del continente.

“Estos años han sido muy útiles para identificar los principales problemas y buscar soluciones, aunque todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones”, señala. “En líneas generales, hemos observado una recuperación en los cotos que partían con una mayor densidad de perdices, por lo que hay indicios de que esto funciona y de que todo este esfuerzo vale la pena”.

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