La supresión de la ninfa y el cupo dividido marcan una temporada que ofrece el cuarto peor resultado de los veinte últimos años
Tras la temporada más atípica de la historia, la de 2020, la que echó ayer el cierre en los ríos asturianos quedó claramente condicionada por las penalizaciones a pescadores y ribereños a través de la reducción de cupos, zonas libres y cebos. Como resultado, los números reflejan una clara tendencia a la baja de la especie. La cifra de 526 salmones es la cuarta peor registrada en las dos últimas décadas. Solamente superior a las de 2017 (496 ejemplares), 2010 (246) y 2009 (355). El último gran año salmonero se remonta ya a 2006 (2.003 capturas).
Llama la atención que el Eo haya igualado el registro del Cares, que vio cómo su balance cayó en una tercera parte. El río, por contra, que se mantiene por encima del resto es el Narcea, pese a que experimentó un sensible descenso de 457 a 300. En unos números similares continúa el Esva, que repite el resultado de solo una captura. Buena parte del colectivo ya creen que el río valdesano debería de estar vedado, como lo fue en su momento el Navia y el Porcía.
Óscar Magdalena, habitual de la cuenca Narcea-Nalón y miembro de la Asociación Las Mestas, afirma que el total del ejercicio quedó condicionado en gran medida la supresión de la ninfa. «Se hubieran pescado cien más en el Narcea y unos cincuenta más en el Sella si se hubiese mantenido este cebo», explica este ribereño residente en Gijón, que aboga por «un mayor consenso en la nueva normativa» ya que, a su juicio, «la de 2021 fue una traición de la Administración».
No obstante, los 526 salmones precintados parecen una cantidad aceptable si se tienen en cuenta las previsiones pesimistas defendidas por algunas asociaciones y animalistas, que presionan para que se prohiba la pesca del salmón en la zona cantábrica. De hecho, pescadores y ribereños temen aún en este sentido mayores restricciones, por lo que defiende una mayor diálogo con la Consejería de Medio Natural con vistas al consejo anual de pesca.
Con respecto a otras comunidades, Asturias continúa siendo el paraíso del salmón. En Cantabria solo cubrió el cupo marcado de 35 ejemplares el Pas. En el resto de los ríos de la comunidad vecina no se alcanzó. El Pas dio seis capturas, el Nansa aportó cinco y el Asón arrojó dieciséis. Y en el Bidasoa no se llegó al límite de 75.
La presente temporada arrancó el domingo 11 de abril con una jornada con una notable afluencia de cañas, aunque no se lograron capturas como ayer en el cierre. Lo del primer día es una circunstancia que no se producía desde hace más de una década (2009). Y no solo eso. El campanu, que salió dos días después de la apertura, se revalorizó. 2.000 euros se pagaron en 2020 por el primer ejemplar de los ríos asturianos, en parte por la pandemia, muy lejos de los 18.000 que puso encima de la mesa en 2007 el restaurante gijonés ‘As de Picas’. El Ayuntamiento de Salas recuperó la tradicional subasta de Cornellana, con las obligadas medidas sanitarias, y el precio del campanu alcanzó los 10.300 euros.
El Proyecto Arca, afectado
El Proyecto Arca, la iniciativa de la Asociación Las Mestas del Narcea por la que los pescadores ceden salmones vivos para el desove en esta cuenca, no arrojó los números de otras campañas, ya que se aportaron solo 19 por los 48 del año pasado. Desde 2015 la cifra no había parado de crecer, pero este año quedó condicionada por las restricciones, que propiciaron un menor número de capturas en el Narcea-Nalón.
Fuente. elcomercio.es