El tiempo demostrará que la caza es necesaria. La caza genera en Euskadi 300 millones de euros y su eliminación supondría dejar de ingresar ese dinero y tener que gastar decenas de millones para hacer lo mismo. Son palabras para DEIA de Juantxi Sarasketa Arregi. Miembro de Adecap y de las federaciones de caza de Araba y Bizkaia
Las poblaciones de jabalí de disparan en toda Europa
Un jabalí correteando por las cercanías de un colegio en Erandio, o deambulando por una superficie comercial en Basauri u hociqueando por Artxanda, a las puertas de la metrópoli vizcaína… Los ejemplos son numerosos y recientes. Las poblaciones de este animal salvaje crecen casi al mismo ritmo que las dificultades para controlar su expansión. Y todo, a pesar de que cada año en Bizkaia son abatidos entre 1.600 y 1.800 ejemplares, según cálculos de Juantxi Sarasketa, un aficionado a la caza.
Falta de relevo generacional y Peste Porcina Africana
Las trabas sociales, económicas -y políticas en algunos casos-, así como la falta de un relevo generacional claro en la práctica de la actividad cinegética están detrás de ese aumento desmedido de las manadas de jabalíes que campan a sus anchas por montes y zonas de matorrales. Y no solo de Bizkaia. El resto de la geografía vasca atraviesa una situación similar e incluso más delicada. Aunque para problemático, el escenario que se vive en el continente europeo y la amenaza de la peste porcina africana (PPA).
Bélgica tiene movilizado al ejército para montear y sacrificar a todos los ejemplares de esta especie localizados en zonas de alto riesgo, y valló los espacios susceptibles de ser focos de esa enfermedad. Esta medida también ha sido adoptada por Francia. De hecho, tal y como ilustra Sarasketa, “Bruselas está requiriendo a los gobiernos para que reduzcan sus poblaciones de jabalíes”. El de España ya se ha puesto manos a la obra, ante la posibilidad de que ese virus traspase fronteras, y hace un mes dio luz verde a la creación de una Mesa Técnica de trabajo para “reducir la superpoblación de jabalíes salvajes, que afecta especialmente a las comunidades de Aragón, Cataluña, Navarra y País Vasco”, describían fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Unas valoraciones que llegan una semana después de que varios miles de aficionados a la actividad cinegética, unos 15.000 según la organización, se manifestaran en Donostia para pedir “respeto” y reivindicar su papel para mantener el “equilibrio medioambiental y regular lo que produce el medio”. “Cuando se hable de actividad cinegética, queremos que se hable con criterios técnicos y ecológicos. No con sentimentalismo”. Así describió Sarasketa una práctica que tiene un impacto económico 300 millones de euros al año, de los que 250 se quedan en la CAV.
La caza es necesaria
“Si todos los cazadores desapareciésemos, los gobiernos tendrían que contratar a personas para hacer las batidas y controlar las poblaciones de jabalíes. Nosotros lo hacemos gratuitamente y además generamos riqueza y empleo”. Y pone sobre la mesa un dato: cada jabalí se calcula que tendría un coste de 2.500 euros a pagar a escote entre todas las personas. Y solo en Bizkaia son abatidos cada temporada entre 1.600 y 1.800 ejemplares… “A la gente la parece cruel que se mate un jabalí, pero cuando aparece en la puerta de un colegio, hay que matarlo…”, apostilló este aficionado a la caza.
La necesidad de cazar es tan cierta como que es una ley de la naturaleza. Hay predadores y predados. Punto.
El problema es que se ha instalado en la Sociedad actual la psicopatología animalista que, por razones de lucha de poder, hay quien la ha elevado a la categoría de ideología política, sin que los gobernantes que tenemos, que esto lo saben, hayan hecho nada para evitarlo. Las víctimas de esta epidemia social no somos, solo, los cazadores, es la ciudadanía en su conjunto, mentalmente sana, que nadie la defiende de tal amenaza. Asi, estamos llegando a un punto donde este esperpento mental del animalismo atenta contra los principios y valores humanos, porque los anula y sustituye, amenazando así nuestra convivencia. La caza es una primera víctima de ello, pero, si esto no se para, habra mas.