Cuando empezaron a pescarse los primeros lucios en el pequeño pantano de Albina ( Álava ), hace 25-30 años, todos los aficionados preveían un futuro más que incierto para la trucha. Algunos intuían que este coloso de los ríos se expandiría por las cuencas próximas y muy pocos esperaban que lo hiciera con la rapidez que lo ha hecho. Lo cierto es que este tiburón de río es dueño y señor de los pantanos alaveses. Nos hallamos ante el pez más poderoso de nuestra fauna, con fama de especie destructora y perjudicial para las aguas dulces, pues no en vano puede llegar a pesar hasta 30kgs.
Origen de multitud de leyendas y mitos, desconocido hasta hace bien poco en las aguas de nuestra comunidad ha desconcertado por completo a los pescadores tradicionales. Aunque un pequeño sector de pescadores entienda que el lucio, al adquirir estos pesos tan extraordinarios, ofrece momentos de emoción y júbilo, inigualables al aficionado que tenga la fortuna de hacerse con él. Se ha observado que el lucio es un pez solitario, melancólico y audaz. Melancólico porque siempre nada o descansa solo, y nunca lo hace en grupo como la mayoría de los peces; audaz porque no le espantan las sombras, ni se asusta por ver o ser visto por alguien, como ocurre con la trucha o cualquier otro pez. Su vitalidad en los momentos de caza es asombrosa, llegando a alcanzar los dos metros por segundo.
Podríamos compararlo con una moto de mucho ???reprís??? pero de recorrido muy corto. En el momento que la futura víctima se haya alejado más de dos o tres metros del lucio, puede darse por salvada. Los fondos con vegetación subacuática son sus terrenos preferidos. Así mismo, las orillas con espesos matorrales y los fondos cenagosos cubiertos de hojas en putrefacción. Para su pesca deben utilizarse cañas de unos 4 ó 5 metros de longitud, con un carrete potente y con un sistema de frenado amplio y de fácil regulación. No olvidemos que el freno llevará toda la responsabilidad de la lucha en el momento de la picada. La línea de nylon deberá ser de un 35/100 y el bajo de línea de acero de no menos de 20 centímetros de largo.
Tener presente que el equipo debe ser bueno y no por ello ha de ser caro. Recordar que un lucio de 10 ó 12 kilos pondrá a prueba todo el equipo, caña, nylon, carrete, freno, puntero,??? y que los lucios que escapan son más recordados que los capturados. Una vez que ha picado el lucio, la lucha se desarrollará casi por entero en el fondo, con tirones violentos e inesperados descensos. Raras veces emerge y salta, y cuando llega a flor de agua, lo hace casi siempre agotado por la lucha empleada. Pasa entonces por momentos de total relajación y se abandona como resignado. Pero ello es solo un ardid para reunir fuerzas de cara al último embate. La operación de soltarle del anzuelo o cucharilla debe realizarse con suma precaución. Conviene matar al pez antes de iniciar esta operación.