Innovador Proyecto RUFA incidirá en la recuperación de la perdiz. Nueve cotos de la Península ibérica, entre ellos el de Etxamenda, en Araba, forman parte del Proyecto RUFA impulsado por la Fundación Artemisan para la recuperación de la perdiz roja silvestre (Alectoris rufa) y otras aves esteparias. Con las actuaciones que se llevaran a cabo durante los próximos cuatro años, aunque el plan tiene vocación de continuidad, se pretende revertir el descenso de poblaciones de esta galliforme cuya disminución puede situarse en las últimas cuatro décadas en torno al 70% de las poblaciones silvestres.
Los promotores del Proyecto RUFA han tomado como base una iniciativa idéntica que se está desarrollando “en el Reino Unido desde hace unos 40 años, aunque en su caso ha incidido en la perdiz pardilla que se encontraba en una situación similar a la que está aquí la perdiz roja silvestre”, apunta el investigador y miembro de Artemisan, José Luis Guzmán.
En aquel caso, ante la escasez de ejemplares de pardilla, “se llegó a plantear la posibilidad de prohibir la caza aunque se optó por reducir su intensidad y se optó por involucrar a los propios cazadores en la gestión”, según apunta Guzmán.
Avalados por los buenos resultados de esa experiencia, el proyecto elaborado por la Fundación Artemisan arrancará en 2019 tras una experiencia piloto que se está desarrollando en dos cotos de Madrid, “cuyos resultados se verán dentro de algunos años”, señala Guzmán. El Proyecto RUFA “incidirá en dos vías principales, como son la previa selección de una serie de cotos demostrativos, en los que ni existe gran abundancia de perdices ni estas han desaparecido y que, además, estén gestionados por sociedades de cazadores”. La otra vía es la de establecer una red de colaboración entre cazadores y científicos que actúen a modo de grupo de trabajo perdiceros.
Caza y medio ambiente
También ha sido fundamental que las personas involucradas en la iniciativa estén comprometidas con la caza y la conservación medioambiental y que no se hayan producido sueltas de perdices de granja. En este último caso, los ejemplares criados en cautividad “han mostrado poco éxito reproductivo”, además de “provocar problemas con parásitos; ejercer un efecto llamada sobre predadores o dar la sensación de que hay más ejemplares de los que realmente son”, apunta Guzmán.
La iniciativa cuenta por el momento con la aportación económica realizada por Artemisan, pero requiere la participación de las diferentes administraciones para desarrollar un plan que se sustenta en la conservación y mejora del hábitat; la dotación
de comederos y bebederos; el control de predadores, así como en labores de información, formación y educación. Además de incidir en estudios como la realización de conteos en primavera de parejas reproductoras y el conteo en invierno de bandos, Guzmán considera indispensable decantarse por la caza sostenible.
Para realizar la selección de fincas se ha tenido en cuenta la disparidad de los terrenos en los que habita la perdiz y, por ejemplo se han elegido una finca en Granada, que está en el límite de ubicación por su altitud, o la finca de Etxamenda, que se sitúa en el límite de distribución septentrional.
1300 hectáreas
Con la elección del coto arabarra entre las nueve fincas demostrativas del Proyecto RUFA, el plan incidirá en una zona que ocupa una superficie de 1300 hectáreas situadas en Etxebarri Ibiña, Mendarozketa y Berrikano, en las faldas del Gorbeia, y que persevera en los cuatro pilares básicos del plan.
A diferencia de otras fincas seleccionadas “en este caso la suplementación de comida y bebida no resulta tan importante como en otros cotos en los que la sequía ha tenido una mayor incidencia, aunque también hemos implementado comederos y bebederos”, según señala Jon Ortiz de Lejarazu, presidente de la Sociedad de Caza Etxamenda.
Se trata de “un coto bonito para la caza menor en general, que cuenta con una población estable de perdiz roja silvestre” como lo demuestran los censos realizados anualmente. A ello hay que añadir que la presión de la caza se ha ajustado a lo que se ve en el campo; es decir, que se ha conseguido en base a que los cazadores se han apretado el cinturón”, asegura el técnico de Aran Servicios Medioambientales, Ibon Telletxea.
Con esa situación la labor que se llevara a cabo en Etxamendia incidirá tanto en el hábitat como en el control de predadores, ya que las labores de información, así como las de formación y educación se desarrollan de forma continuada.
Telletxea y Ortiz de Lejarazu apuntan que entre las actividades de mejora del hábitat se incluyen los desbroces que son necesarios para evitar que “el bosque y los matorrales se vayan adueñando de una zona de monte bajo que está bastante limpia”.
Para acometer tareas de ese tipo es necesario contar con las correspondientes autorizaciones administrativas “por lo que es necesaria la colaboración de la Diputación Foral de Araba, con la que ya hemos tenido algunas reuniones”, aseguran.
El cuarto pilar del Proyecto RUFA, que hace referencia al control de los predadores, deberá tener en cuenta la importante densidad de caza mayor existente en la zona. Esa situación, de hecho, requiere ejercer un control riguroso sobre “los córvidos, los zorros y, sobre todo, de los jabalís que abundan”, que son los mayores depredadores de la ‘eper gorri’.