Además de asignar el correspondiente trofeo, la Junta de Homologación de Trofeos de Caza de Euskadi permite fomentar la calidad cinegética, conocer la evolución en cantidad y calidad de la fauna y evaluar los programas de protección y expansión
Las cuernas y dimensiones de los ciervos y corzos, así como los colmillos y amoladeras de los jabalís que capturan los cazadores vascos, son algunos los elementos que valora y puntúa la Junta de Homologación de Trofeos de Caza de Euskadi. Parámetros objetivamente cuantificables como peso y medidas, y otros subjetivos como forma, color o belleza son algunos de los aspectos valorados y puntuados para premiar cada pieza con medallas de oro, plata o bronce.
Mediante esta iniciativa se pretende realizar “un merecido homenaje al propio animal que ha resultado abatido y, al mismo tiempo, al cazador que con su esfuerzo y tenacidad ha conseguido capturar un gran y difícil trofeo”, según reconoce la propia comisión.
Esta entidad creada por decreto de julio de 2013, una vez que Euskadi contaba con su propia Ley de Caza, depende funcionalmente de la Junta Nacional de Homologación. Es decir, que “las homologaciones realizadas en cada comunidad autónoma debe ser notificadas para ser incorporada al catálogo nacional de trofeos de caza que se edita cada cuatro años”, según señala el homologador, zoólogo y presidente de la Asociación del Corzo Español (ACE), Florencio Markina.
Si el pasado año se homologaron en Euskadi “cinco jabalís, dos ciervos y un corzo que recibieron sus correspondientes medallas”, esta temporada el número de homologaciones realizadas en Euskadi se ha incrementado y “ha superado el medio centenar, con 48 valoraciones realizadas y otras diez que están pendientes”, según señala el Presidente de la Junta de Homologación de Trofeos de Caza de Euskadi, Roberto González.
Las únicas homologaciones de trofeos abatidos en Gipuzkoa las realiza el taxidermista de Ibarra Rafa Sánchez, con quien los interesados pueden ponerse en contacto en el teléfono 687946523
Aunque las piezas que pueden ser cazadas, y por lo tanto homologadas en Euskadi, se limitan a ciervos, corzos y jabalís, la Junta Nacional también realiza homologaciones de otras especies abatidas a lo largo del Estado español como gamos, muflones, arruís, rebecos, sarrios o lobos.
Elementos objetivos y subjetivos
A la hora de conceder una medalla de oro, plata o bronce los homologadores valoran diferentes aspectos en cada una de las especies cinegéticas. Además de los aspectos cuantificables mediante elementos objetivos como peso o longitud de la pieza, también se valoran elementos concretos de cada especie y otros aspectos más subjetivos que, en este caso, suponen un 20% de la puntuación final.
“En el caso de los jabalís se miden la longitud y anchura de los colmillos o el perímetro de la amoladera; en el caso del ciervo se cuantifican unos quince parámetros como la longitud del cuerno, la luchadera, grosor, belleza, color… Dependiendo del trofeo que sea, se mide de una forma o de otra”, señala Zigor de Juan, homologador, al igual que Markina y González, tanto de la Junta de Euskadi como de la Nacional.
Las mediciones se traducen en una puntuación que está basada en los baremos establecidos por la normativa del Consejo Internacional de la Caza (CIC), organismo dedicado en parte a la conservación de la naturaleza y en parte a gestionar aspectos relacionados con la normativa para la homologación de los trofeos. En el caso de la Junta de Euskadi, además de las correspondientes medallas, se concede al cazador un diploma acreditativo en el que se reflejan las características de la pieza abatida.
En los casos en los que el trofeo es un ejemplar extraordinario, “normalmente se manda a Madrid, se mide tres veces por diferentes personas y con la media de las tres mediciones se establece la puntuación definitiva. En estos casos ya estaríamos hablando de un récord nacional, un récord de año…”, apunta De Juan.
Sin embargo, existen cazadores que tras haber obtenido un buen trofeo y de haber pedido a los homologadores que midan y valoren sus piezas “no quieren que se den a conocer ni aparecer en ningún sitio, a pesar de que serían acreedoras de una medalla de oro”, asegura Markina. Este tipo de situaciones están propiciadas, por ejemplo, “por personas que en algunos casos lo hacen básicamente para valorar la gestión que están desarrollando es sus cotos”.
Testar la calidad
Al margen de los trofeos concedidos, las comisiones de homologación tienen como finalidad básica el fomento de la calidad cinegética, conocer la evolución en cantidad y calidad, y evaluar los programas de protección y expansión de la fauna, en definitiva, “testar las calidades de las poblaciones”, según apunta Markina.
De hecho, el control y homologación de cada pieza permiten ser cuantificada “desde el punto de vista de que constituye la expresión de la calidad de las poblaciones de animales. Es decir, que una población que está en equilibrio y en buenas condiciones se traduce en buenos trofeos de caza”, añade el zoólogo.
De Juan apunta además que este tipo de valoraciones han permitido constatar que “se han dado problemas de consanguinidad, por ejemplo en la zona del Gorbea, lo que tiene como consecuencia el declive y empeoramiento de los trofeos. De lo que se trata es de catalogar las poblaciones y de que cada vez se cacen más piezas y mejores”.