El pasado mes de Octubre murió en Oñate (Gipuzkoa) un cazador a consecuencia de un rebote de bala cuando participaba en una batida de jabalí. Un accidente lamentable en el que no caben responsabilidades. Como no podía ser de otra forma el disgusto entre sus compañeros y colectivo en general ha sido mayúsculo. El pasado mes de Octubre apuntaba en esta columna el peligro que podía derivarse de los rebotes tanto con el perdigón de plomo como de las balas de los rifles y escopetas, por no citarles con los cartuchos cargados con perdigón mal llamado ecológico, siempre más peligroso.
La gran mayoría de cazadores son conscientes que manejar una arma de fuego conlleva un cierto peligro y sobre todo una gran responsabilidad por mucho que uno se empeñe en adoptar todas las medidas de precaución posibles.
Aunque un percance de este tipo es imprevisible no por ello debemos dejar de insistir que esporádicamente puede existir una mínima posibilidad para que desgracias de este tipo no se repitan. Las armas no las carga el diablo, ni de una escoba salió un tiro como dicen los tópicos, no, las armas las maneja un ser humano y este durante la práctica de la caza por encima de cualquier posibilidad de captura debe ser consciente del peligro que conlleva adoptar el más mínimo riesgo. Un cazador que no sea capaz de dominar los nervios y saber donde, cuando y como debe disparar más vale que se quede en casa. Aunque este no sea el caso que nos ocupa.
Dar soluciones concretas es imposible pero huir del problema nunca ha sido una solución. De ahí que sea importante enseñar a ser prudente pero es posiblemente más importante enseñar a tener la suficiente perspicacia para saber captar todas las imprudencias propias y ajenas. También a veces por falta de preparación necesaria no se tiene ese subconsciente indispensable para no tropezar dos veces en la misma piedra y es entonces cuando esa imprudencia se repite con carta de naturaleza hasta que tarde o temprano tenemos el disgusto. La medida de lo razonable es algo que para el hombre sensato no necesita explicación, porque va dentro de la razón de la propia naturaleza. No es mejor cazador el que más piezas abate asumiendo riesgos, no, los verdaderos valores cinegéticos se miden por aquello que el cazador lleve embebido en su corazón de caballero cazador.
Entraron las becadas en número importante y los palomeros aguantan todavía a la espera del último contingente. Bien de palomas por el interior y mal por la costa durante la temporada.
Hola, por desgracia, así es, unos días antes del accidente de Oñati, hubo otropor Jaen?(Comunidad Andaluza), debemos tener lo que comentqa en su artículo siempre.Aprendamos a mirar, no sólo la pieza a abatir, sino a lo que hay detrás de ella…y a no tirar a lo que no se ve, puede ser una persona, o el Lince abatido, confundido con un zorro, y a no moverse del puesto….Creo que un fatal desenlace, muchas veces viene a ser el resultado de la suma, de más de una imprudencia, con la imprescindible colaboración de la mala suerte, en todos ellos, saludos, salud, suerte, y buenos tiros.