Ya están aquí. La espera se ha hecho muy larga pero noviembre ha terminado como suele ser habitual por estas fechas, con la primera oleada seria de sordas llegada a nuestros bosques. Además de tratarse de la época propia para este movimiento, los diversos frentes climatológicos adversos que han barrido Europa en los últimos días no habrán sido ajenos a este trasiego de pájaros. El jueves pasado ya llegaron noticias de los primeros avistamientos y de algunas capturas que, aunque normales por estas fechas, hacían salir del desconcierto general reinante en el presente otoño respecto a otras aves migradoras como las palomas torcaces y las malvices.
También en algunos territorios vecinos como los alaveses, guipuzcoanos y en los acotados más al norte de Burgos se dejó sentir la presencia de la por algunos llamada la dama del bosque, seguramente empujada por las gélidas temperaturas que han azotado el continente y las islas británicas. Luego, el viernes no se pudieron cazar en Bizkaia por ley pero el sábado en muchos montes cercanos a la costa se volvió a tener contacto con la chocha, ya que algunas zonas de interior y las más altas se cubrían de nieve. El domingo, más de lo mismo. De nuevo avistamientos y capturas de aves más resabiadas pero presentes en muchos sitios. Incluso en algunos foros de internet llegó el silencio por respuesta en los rincones donde se trataba de la becada en nuestro territorio.
Pero los comentarios entre los aficionados parecen ir más rápido que internet, aunque sea por círculos más restringidos. Una cosa es saber que hay sordas y otra decir dónde, y menos en lugares donde casi todo el mundo tiene acceso a la información a golpe de ratón. Lejos de la picaresca que aún persiste en el mundo sordero, de la que nos ocuparemos en otro momento, tampoco se trata de ofrecer todo tipo de pistas y dejar pasar las oportunidades propias. Más sobre una especie que tiene sus querencias pero que también se puede mostrar errante en unas pocas horas, con lo que puede dejar plantado al cazador más avezado. Aunque siempre el mérito será del perro para delatar su presencia. Cualquier otra forma de abatir a esta ave está condenada por el propio mundo becadero, aunque algunos se sigan jactando de sus capturas sin perro al amanecer y al atardecer para disparar de forma traidora a este pájaro, algo insostenible y castigado hoy en día, aunque no parezca muy perseguida la denominada caza a la espera. Por cierto, y ahora que está en el Parlamento la tramitación de la Ley de Caza, a ver si se ponen al día nuestros representantes y se enteran de que las aves de paso sobrevuelan Euskadi gracias también al mal tiempo europeo que les empuja a emigrar. En el anteproyecto figuraba como prohibida la caza en días de heladas, un disparate, entre otros, que confiemos desaparezca del texto final que regulará la actividad cinegética.
Volviendo a la caza de la sorda, se ha idealizado tanto a esta modalidad que se ha multiplicado su número de adeptos en los últimos lustros lo que, unido a los retrocesos de las perdices salvajes, liebres y conejos por tierras hispanas, ha llenado nuestros bosques cada vez más menguados con una legión de nuevos becaderos y, de rebote, incrementando la demanda y los precios de los acotados en los que refugia esta ave durante el invierno.
En cuanto a las migradoras de pase, estos días de nuevo han vuelto a verse, a ráfagas, eso sí, malvices, avefrías, gansos y hasta algunos bandos de palomas, como anteayer y ayer mismo, aunque los puestos estaban casi desiertos. Pero las condiciones climatológicas han reanimado la presente temporada de caza.