Aunque los cazadores se la tienen jurada, este pillo con aires señoriales no deja de suscitar una cierta admiración allá por donde pasa. Y es que su habilidad para salir airoso de los muchos problemas en que se mete para poder subsistir no son propias del resto de los animales. Las voy a contar algunas tretas que utiliza para intentar vivir todos los años que le fueron acordados: de noche para coger cangrejos suele meter la cola en los arroyos a modo de señuelo para que una vez se enganchen en ella salir del agua y merendárselos tranquilamente.
Para que los grillos salgan del agujero y poder comérselos –cosa que le encanta- nada mejor que orinar en el mismo y esperar agazapado que asomen la cabeza.
Cuando detectan que un perro le sigue por el rastro lo cortará infinidad de veces con múltiples vueltas y se si preciso no dudará en cruzar los ríos hasta que el perseguidor de turno no sea capaz de descifrar el laberinto. Si no lo consigue meterá la cola entre las piernas, se orinará en ella para posteriormente sacudirla al paso y hacer que el enemigo de turno se desoriente debido al pestazo que despiden sus orines. Con esto consigue meter tierra de por medio, cuando no escapar, que no es poco.
Cuando se siente herido a consecuencia de una disparo, acostumbra –si las fuerzas se los permiten- a hacerse el muerto para posteriormente escapar –previo el correspondiente mordisco – una vez que el cazador lo cuelgue al hombro o lo sujete por el rabo. Se cuenta también que un zorro penetró en un patio, matando todas las aves que había en el gallinero. Viéndose sorprendido y sin salida, supo fingirse muerto con tal naturalidad que el dueño de la casa se limitó a cogerle por el rabo y lanzarlo por encima de la tapia. Les contó el caso a los amigos y al día siguiente fueron al lugar, encontrando sólo pisadas. Para demostrar hasta donde llega la osadía de estos animales les voy a contar dos casos más.
Un zorro estuvo a punto de morir a palos, acorralado entre vario aldeanos. Pero habiendo logrado escapar, en su huída atrapó a una gallina, desapareciendo con ella en la boca. A otro zorro le dispararon los cazadores, después de seguirle los perros. Por fortuna para él, los disparos no dieron en sus enjutas carnes. Sin embargo no desaprovechó la oportunidad de hacerse con un conejo mientras huía. ¿Acaso no parece este comportamiento una forma de burlarse de sus enemigos? Y es que el zorro aparte de ser muy zorro no acostumbra a dar puntada sin hilo.