La pérdida de vidas humanas, los elevadísimos daños materiales y el incalculable desastre ambiental son solo algunas de las consecuencias producidas por los recientes incendios que han afectado a diferentes zonas de Galicia y en Asturias donde viven más de 200 osos pardos
Los incendios que la pasada semana e inicios de la presente han devastado grandes áreas de bosque de Asturias, Galicia y parte de León, ha incidido “gravemente en la biodiversidad de la zona del Parque Natural del Alto Narcea y en la del Alto Sil, así como en la zona de los Ancares”, según una primera valoración realizada por Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo.
Aunque dos de las tres zonas asturianas que están catalogadas como núcleos reproductores del oso pardo, la de la zona de Proaza, en las proximidades de Oviedo, y el Parque Natural de Somiedo, definido por Palomero como “el lugar osero más emblemático”, han quedado al margen del fuego, no ha ocurrido lo mismo con las zonas reproductoras del Alto Narcea y del Alto Sil, “que se ha visto muy afectadas”, al igual que los montes de los Ancares.
Aunque Palomero reconoce que no se puede concretar el número de ejemplares de oso que están en cada área porque “están en permanente trasiego de unas zonas a otras”, establece en “más de 200 el número de ejemplares que existen en la actualidad en toda la zona occidental de la Cordillera Cantábrica”, en el espacio comprendido entre los Ancares lucenses y leoneses y la zona central de la cordillera entre León y Asturias.
La zona osera situada más al oriente, que se extiende por las provincias de León, Palencia y Cantabria y donde existe una población de unos 40 osos, solo se ha visto afectada por un conato de incendio en esa última provincia que “pudo ser muy peligroso, aunque afortunadamente tuvo mayores consecuencias”.
Aunque las consecuencias del fuego, tanto sobre la población de osos como sobre el hábitat en general, serán valoradas “en los próximos días” por los integrantes de la Fundación Oso Pardo que están analizando la situación sobre el terreno, Palomero adelanta que han sido “muy, muy dañinas”.
Responsables
Esta percepción está propiciada porque los incendios han incrementado “una situación de sequía espantosa y el fuego ha quemando humus y ha empobrecido más aún un suelo que ya de por sí estaba en una situación de extrema sequía. Y esa situación nos pasará factura porque la cubierta vegetal se empobrecerá aún más”, apunta el presidente de la Fundación Oso Pardo.
La escasez de hayucos y la concentración en espacios en los que se ha dado una buena cantidad de bellotas, ha llevado a los osos a desplazarse hacia esas áreas. A ese hecho añade Palomero su indignación porque “han quemado robles centenarios y arandaneras”, especies que son fundamentales para la supervivencia del oso y de los últimos urogallos cantábricos. En una de ellas, los integrantes de la Fundación tenían contabilizados desde septiembre “más de una veintena de osos, entre ellos cuatro osas con sus crías”.
La acusación de Palomero carece de ambigüedad al señalar con el dedo a los responsables de los incendios. “Son gente local, conocedora del territorio, que sube directamente por la noche y deja mechas encendidas” y a quienes diferencia de aquellos que hacen fuegos en invierno, en zonas controladas y con el suelo húmedo, con el objetivo de propiciar nuevos pastos.
Prevención y turismo
Los pirómanos que han quemado solo en Galicia más de 35.500 hectáreas de bosque, han sido calificados como “terroristas” medioambientales tanto por diferentes autoridades como por el propio Palomero, que asegura desconocer los motivos por los que actúan de esta manera, aunque “quizás pueda existir la intención de echar a los osos”. Los autores “sabían de sobra que con la sequía existente los fuegos se iban a propagar” y se iban a poner en riesgo tanto vidas humanas, como zonas pobladas y el propio medio natural.
Además de “aplicar castigos ejemplares y el rechazo social para los culpables”, el presidente de la Fundación Oso Pardo, entidad con la que ADECAP colabora desde hace varios años, reclama “políticas comunes e integrales para las diferentes comunidades” en las que existen poblaciones de estos plantígrados. Además, apunta, es necesario “desarrollar una certera política de prevención y de limpieza en zonas de peligro, pero sin convertir los montes en jardines”.
Las recientes imágenes ofrecidas por diferentes canales de televisión, que mostraban a grupos de personas que se acercaba peligrosamente a algunos osos, dejan testimonio del incremento de la presión humana sobre estos animales.
Esas imágenes, tomadas en una zona del Alto Sil en la que se habían concentrado numerosos ejemplares, responden en opinión de Palomero “a la parte desorganizada del turismo de osos. Nosotros vemos el turismo relacionado con los osos como muy positivo y, si se hace bien, es válido como una herramienta de conservación. Pero si se hace mal, de forma descontrolada y desorganizado como evidencian esas imágenes, genera problemas de conservación”.