Maldito veneno. Ahora que ha finalizado una mala media veda, todas las ilusiones están puestas en la inminente desveda general.
No en vano las perdices han criado bien aunque a consecuencia de la siembra de octubre. Más de la mitad morirán por el tratamiento nocivo veneno del cereal.
Lo está diciendo incluso hasta la Administración pero no mueve un dedo para solucionarlo. Este gran problema con el veneno.
Hace falta luego poca vergüenza para exigir responsabilidades al que ose mover una oreja con lo preocupante del veneno. Es previsible también que las migradoras nos visiten en número importante.
En cuanto a las especies mayores, las cuernas de los corzos agradecieron el verdor primaveral. Las primeras capturas de ciervos en berrea están teniendo mucha madera.
De los incombustibles jabalíes que les voy a decir, pues como siempre, bien. Y es que el agua de lluvia cuando cae pausadamente es una bendición para la flora y la fauna.
Sin embargo, todas estas previsiones hay que entenderlas en su justo contexto. Entiéndame, perdices y liebres no va a haber donde el pasado año no se dejó la suficiente “madre” para que se multipliquen y el veneno no ayuda.
Las becadas tampoco van a situarse a primeros de noviembre en los montes que no tengan suficiente humedad y gusanos con que alimentarse.
Como tampoco jabalíes y torcaces huéspedes en todas partes no intensificarán su presencia. Donde no haya maíz, bellotas, hayucos, castañas, manzanas silvestres, bayas…
En fin que en la naturaleza todo está coordinado y hay que saber administrar los recursos. Para cuando vengan mal dadas.
Y una buena forma de llevarlo a la práctica al margen de la susodicha gestión. A pie de campo es concienciando a la sociedad en general que este recurso natural renovable que es la caza es susceptible de explotación racional.
Es posible que a veces no se utilice el suficiente tacto cuando aflora la mala uva. Corregir entuertos de aquellos que ponen constantemente en la picota a los cazadores.
Pero así y todo entienden que la crítica a estos detractores es inútil. Pone al prójimo a la defensiva, lastima su orgullo, hiere los sentimientos y despierta resentimiento por mucho que se reconozca para sus adentros cuando se equivocan.
Es mejor utilizar el tacto tratando de explicar la realidad de la caza y procurando entender porque no la aceptan. Quizá así nos aproximemos y surja la tolerancia.
Yo sé que así contado parece fácil. También me consta que la mayoría de las veces no hay voluntad ni de escuchar. Por eso permítanme que a veces dude de poner el otro carrillo.