El pasado fin de semana salió la oportunidad de salir a pescar a la ???kala??? en una buena embarcación con un patrón que parece que sabe lo que hace y con una meteorología que casi nos invitaba a salir. Tras quedar bien prontito, apenas lloviznaba un poco, y ver en el propio muelle a muchos con buenas merluzas agarradas durante una larga noche de pesca en la modalidad de barra fija, nos dirigimos poco a poco al punto fijado para realizar la pesca.
En principio, y pese a estar cubierto, el rey Eolo parecía acompañarnos durante el viaje y Neptuno apenas nos ponía medio metro de ola como obstáculo para cabalgar por el Cantábrico.
Tras una hora y pico de ruta y una colocación y distribución cómoda de los aparejos y cebos realizamos la primera calada a unos 280m de profundidad, con sardina como cebo.
Tras la deriva calculada milimétricamente con el Potter y pasar por la zona escogida en la caña se empiezan a notar los cabeceos de las merluzas y, poco a poco, se va cargando el aparejo de varias de ellas.
Al comenzar a levantar el aparejo la emoción se dispara a bordo por ver cómo cabecean las merluzas y los 3-4 minutos que tarda el carrete en subir se hacen eternos pero al ver subir las tripas blancas y gorditas a la superficie alivia la sensación.
En una primera pasada subimos tres merluzas y algún que otro lirio que viene totalmente destrozado por el acoso de alguna merluza.
Con ganas de realizar más derivas nos dirigimos a otro punto, en el trayecto nos percatamos que hoy no han fallado las previsiones y comienza a levantarse algo de brisa. Una vez llegamos al punto, largamos de nuevo y las picadas son instantáneas, pero cada vez es más complicado mantener el barco en situación y el viento variable nos vuelve un poco locos…
Tras realizar un par de caladas más, la conjunción Eolo-Neptuno decidió echarnos a guantazos y soplidos por lo que hubo que poner de nuevo rumbo a puerto con una meritoria captura para el rato que nos dejó pescar.