Estamos viviendo tiempos difíciles para la caza menor. En mis incursiones como cazador y fotógrafo de la naturaleza, denoto un cierto conformismo en el colectivo
El campo esta deshumanizado, existen pocas evidencias de un verdadero control medioambiental y falta de interés por preservar y ayudar a las especies cinegéticas.
A estas alturas de veda, la idea que merodea en la cabeza de muchos cazadores, está en la esperanza de la entrada de palomas, malvices, o alguna que otra suelta de perdiz de granja. Sin duda un “placebo” respecto a lo que antaño llamábamos caza, donde la riqueza de la flora, fauna y especies cinegéticas, era más rica y diversa.
Estamos pues, ante una situación de conformismo en la caza menor. Las miradas y objetivos son distintos. La perdiz autóctona está en peligro desaparición. La poca densidad de liebre y conejo hace que el cazador ponga su vista al cielo, pendiente así del pase de palomas o malvices.
Otro punto de vista que hoy os muestro a través del objetivo de mi cámara.
Somos muchos cazadores de menor que ante el estado de la caza menor en general y codorniz y perdiz en particular viendo que el campo cada día está mas degradado (pesticidas herbicidas, fungicidas…etc), regado con estos productos mas que generosamente, amen de las semilla blindadas, falta de cobertura vegetal y demás, vamos planteándonos la dolorosa retirada de la caza según transcurren los años y el tema no mejora si no todo lo contrario., es una decisión que se va tomando en años y que cuesta pero analizando el tema objetivamente no tiene salida.