Este artículo que escribo acerca de nuestra afición, es el resultado de todo un proceso largo y costoso, tanto en el esfuerzo como en lo económico, que tiene que llevar a cabo cualquier persona que quiere ejercer la caza y perjudica el relevo generacional en la misma.
Ahora mismo me encuentro en el puesto de una batida y me parece el momento apropiado para escribir (sin perder la atención del puesto) porque es la conclusión, a todo un periodo formativo que pasa desapercibido a toda aquella persona que no esté informada acerca de esta pasión.
Como todos los cazadores saben, previamente a poder acceder a la actividad cinegética hay que obtener una serie de licencias y permisos, que bien por el propio desconocimiento social o bien por la falta de medios económicos para algunos, puede llegar a resultarlos imposible. El mero hecho de poder llevar a cabo esta actividad, se lleve a cabo o no (se vuelve a presentar otro reto), ya que supone un gran desembolso económico en material o el coste de los propios puestos, precintos, tasas de abate, taxidermista y un sinfín de gastos, como puede ser el desplazamiento al lugar en cuestión o el alojamiento.
A medida que van pasando los años empiezo a entender por qué se dice que es una «afición de ricos», porque lo que no puede ser, es que a día de hoy, en le caso de la caza mayor, se pague una media de cuatro euros por bala, una unos 1500 € por rifle y unas tasas de abate, que año tras año suben desproporcionadamente para que, aunque por mucho que lo nieguen, una actividad que contribuye el bien social.»Venare non est occidere» (cazar no es matar)
Con este latinismo introduzco el segundo punto que quería tratar pero es la consecuencia del primero en cierta manera, el relevo generacional. Desde que empecé a llevar a cabo esta actividad y más en concreto, en el País Vasco, en cualquier evento cinegético siempre he sido el más joven. Pocas son las veces que veo padres con hijos que les acompañan y aprenden de los mayores, y eso claramente es un problema. Con esto no quiero decir que sea un requisito indispensable el hecho de que algún familiar tuyo tenga que practicar esta actividad, pero si bien es verdad, que aquella persona que no tenga esa suerte se enfrenta a un gran reto en solitario para simplemente poder hacer algo que le apasiona.
Dicho todo lo anterior, lo que me gustaría hacer ver con este artículo, es una llamada de auxilio a las autoridades responsables de esta actividad, para que no solamente informen a la sociedad de la realidad de la caza y se impliquen en una mayor medida en fomentar el relevo generacional y dar a conocer todos los beneficios reales que aporta y que mucha gente ajena a la cinegética conoce.