Tras la larga temporada cinegética otoño-invernal, cazar en las postrimerías de la primavera es un auténtico placer para los sentidos, por el número de corzos que se tiene oportunidad de ver, y por asistir al arranque exultante de la estación florida. De toda la temporada primaveral, que en Euskadi y Navarra, abarca los meses de Abril, Mayo y Junio, y el mes de Julio, exclusivamente, en Navarra, es quizá el mes de Abril el más gratificante. Los corzos se desperezan del invierno, comienzan sus escarceos territoriales y las hembras, a punto de parir, pasan muchas horas en las siembras y linderos alimentándose, antes de que los tratamientos con herbicida de los campos les obligue a retraerse a la espesura del monte.
CAZA LÚDICA Y CAZA DE GESTIÓN
Parece claro que tal y como se concibe la caza hoy en día, se debe de compaginar tanto la búsqueda del equilibrio de las poblaciones como la satisfacción del cazador. Un cazador, que debe de ser consciente de alcanzar unos mínimos de calidad tanto a nivel de gestión como en el ámbito de la técnica de caza y del respeto al animal abatido. Porque cazar, lo queramos o no, es una más de las intervenciones que realizamos sobre el ecosistema desde todos los ámbitos de la transformación, y por lo tanto, tenemos que asegurar que la nuestra sea una actuación sostenible y respetuosa con las más elementales leyes de la naturaleza.
Parece evidente, que una caza del corzo, basada única y exclusivamente en la caza de trofeos puede comprometer seriamente el equilibrio de una población. Las poblaciones animales presentan una pirámide poblacional compuesta por una base ancha de individuos juveniles y que rápidamente, a medida que ascendemos en las clases de edad, va estrechándose, estando constituido, el cenit de la pirámide, por unos pocos individuos que han alcanzado las clases de edad superiores. Si tenemos en cuenta que, la realidad de la caza del corzo en España, en la mayoría de los cotos y fincas de caza, se centra mayoritariamente en la obtención de trofeos, estamos provocando una seria interferencia en la demografía de nuestras poblaciones corceras, al estar cargando el peso de la extracción en las clases de edad intermedias (3-4 años) en las que se conjuga una buena disposición de la cuerna y una mayor facilidad de localización.
¿Qué efectos tiene este fenómeno a corto plazo? Pues el primero y más evidente, es su incidencia en las estadísticas de siniestralidad en carretera, ya que por cuestiones comportamentales intrínsecas a la población –territorialidad primaveral de los machos y paridera de las hembras-, son las clases de edad más jóvenes las más afectadas por este fenómeno. Por otra parte, con la concentración de la caza en torno a los trofeos, y en época primaveral, estamos permitiendo el acceso a la reproducción a individuos que de otra forma lo hubieran tenido más complicado, con lo que de forma indirecta podemos estar alterando las ineludibles reglas de la selección natural.
Por tanto bueno será que dentro del aprovechamiento de un determinado coto o territorio estuviese contemplada la posibilidad de realizar una caza de gestión, es decir, acciones encaminadas a controlar la población de juveniles, sobre todo en Abril y Mayo. Sería por tanto razonable que todo plan de gestión contara con unos cupos de juveniles a extraer de la población, y que además, normalmente, superaran en número al cupo de machos adultos. Para ello, además, en muchas áreas y al inicio de la caza primaveral del corzo, contamos con la inestimable ayuda de la naturaleza, ya que los machos juveniles suelen ser los últimos en descorrear, y por tanto de más fácil identificación.
LOS CAMBIOS EN LOS HÁBITOS DEL CORZO
Aunque en el mes de mayo, y tras un período intenso de actividad en los corzos durante los meses de marzo y abril, los territorios comienzas a estar ya bien delimitados, y muchos animales han conseguido recuperar las fuerzas perdidas durante el invierno aprovechando los brotes primaverales de la vegetación. No obstante en muchas áreas estamos en plena paridera de las hembras, lo que va a provocar durante unas semanas un descenso de la actividad de las hembras, al menos durante los primeros días del mes, para repuntar tras los partos ante la necesidad de éstas para recuperar el desgaste que supone el inicio de la lactancia. Los machos por su parte, tras el apogeo del mes de abril, comienzan a espaciar sus salidas a los cultivos, si bien esta falta de movilidad se ve compensada por la maduración de la espiga del cereal, que ofrece a los corzos un alimento altamente energético. Sin embargo las siembras, en su imparable ascenso, comienzan a dificultar la caza en aquellos casos en que se debe recurrir a ellas debido a la impenetrabilidad del bosque.
Es un buen momento también para observar a las hembras dando de mamar a sus recentales, aunque en la mayoría de los casos lo único que veamos sea a la hembra inmóvil sobre el lindero de la siembra o sobre el matorral. Es un momento crucial en al supervivencia de los corcinos ya que al menos durante un mes será la cobertura vegetal su única defensa frente a los predadores. Si por una casualidad, durante nuestros paseos campestres, ya sea cazando o simplemente disfrutando de una primavera en todo su esplendor, o haciendo ambas cosas, damos con una de estas criaturas aparentemente indefensas, deberemos de ser cautos y, tras unos segundos de observación, alejarnos lo más deprisa posible del lugar, pues o bien podemos poner en alerta a los predadores de su presencia, o bien podemos provocar la huída de la madre con el consiguiente abandono del corcino. ¡Cuantos corcinos acaban muriendo en los centros de recuperación de fauna llevados por manos inexpertas que creen haberlos salvado de un abandono inexistente!
EL RECECHO EN EL MES DE ABRIL
Es quizá la época más gratificante para el cazador de corzos por el abultado número de observaciones. Este año, precisamente, tras un inicio de la primavera abundante en lluvias y bajas temperaturas, se está notando un cierto retraso tanto en el “despertar” de los corzos como en el desarrollo del campo, por lo que este período inicial de actividad quizá se prolongue hasta bien entrado el mes de Mayo. Por otra parte, el retraso climatológico también ha propiciado que los tratamientos agrícolas se vean igualmente demorados, dándonos mayor oportunidad de observación de los corzos en terrenos abiertos. Es un buen momento para valorar nuestro capital de población, y allá donde las Administraciones lo permitan, realizar un primer aprovechamiento de machos juveniles, en espera de que los mejores trofeos se desarrollen por completo con el paso de la primavera. Recordemos que las cuernas de los corzos, irán mejorando en aspecto y peso a lo largo de toda la primavera y el verano, siendo su momento de plenitud, quizá, durante los meses de Septiembre y Octubre.
Disfrutemos del campo, deleitémonos con los corzos y cacemos con responsabilidad y con criterio. Sólo así podremos afirmar con severidad que lo nuestro es caza sostenible.
Por Florencio A. Markina Lamonja