Coronavirus y la antipatía de la ciudad con el campo
Permítanme después de esta larga ausencia en este medio, por problemas de salud, escribirles esta humilde opinión sobre el mundo rural.
Por circunstancias de la vida, actualmente vivo en Pamplona, pero he residido gran parte de mi vida en un pueblo de la ribera navarra. Donde he podido convivir de cerca con grandes personas que trabajan la tierra y viven de ella.
Según mi entender, la a desafección entre de las grandes urbes con el campo es un hecho cada vez más constatable. Todavía mantengo una estrecha relación con personas que me trasladan desde el campo su preocupación sobre esta situación.
La mayoría de la sociedad, vivimos en grandes concentraciones humanas, que padecen y fomentan la propagación de pandemias como la del COVID-19 que sufrimos en la actualidad, y pensamos que el mundo rural es nuestro jardín particular.
La cada vez mayor distancia entre las personas que vivimos en el mundo urbano y el rural, está empezando a romper un equilibrio natural que se ha mantenido durante miles de años, y que nos ha hecho evolucionar como personas.
El desplazamiento de la población a las grandes urbes y el abandono de las zonas rurales. La mal llamada por los políticos “España vaciada”, es un problema cuyos efectos empezamos a padecer con esta pandemia.
Ecologistas que pretenden acabar con el mundo rural
Urbanitas desconocedores de la naturaleza que se afanan por acabar con el modo de vida rural, con nuevas ideologías sectarias como el animalismo o veganismo, fuera de toda realidad natural.
Ecologistas de falsa moral que jamás han dado un palo al agua en el campo ni por la naturaleza, y que acusan a ganaderos de contaminar nuestro planeta con las flatulencias de las vacas.
Ahora que la industria contaminante ha paralizado su producción y los especialistas comentan que la polución desaparece… ¿Dónde está la contaminación de las vacas?
¿Donde estan los ecologistas y animalistas ahora que hay que arrimar el hombro y colaborar para ayudar a salir de esta crisis sanitaria y económica que padecemos todos? La respuesta es simple: Escondidos y asustados detrás de su ordenador o móvil. Porque ellos no saben más que decir lo que tenemos que hacer otros. Nunca les veréis trabajar.
Consumidores y políticos que solo se acuerdan del campo cuando tienen miedo
Consumidores que solo miran el precio de los productos, sin importarles su procedencia, cómo se han producido esos alimentos y los medios químicos y humanos de los que se han servido para conseguirlos.
Cómo van a competir nuestros agricultores con los precios de otros países que apenas tienen control sobre sus producciones, donde prima el más ramplón y abaratar los costes sea como sea… Esos son los productos más económicos y que más se consumen en los super.
Sociedad y políticos que abandonan a agricultores y ganaderos de su ámbito, exigiendoles todo tipo de controles, para que luego en la grandes superficies solo se encuentren y consuman alimentos foráneos, bastante más económicos por razones anteriormente expuestas.
Agricultores y ganaderos condenados a vender con márgenes mínimos, que empresas como las lácteas y grandes superficies de venta se permiten vender demasiadas veces por debajo de coste.
Cadenas de distribución e intermediarios que se enriquecen con el trabajo de agricultores y ganaderos mientras el gobierno mira hacia otro lado.
¿Quién va a alimentar a esta sociedad insolidaria en próximos casos de extrema emergencia como el del coronavirus que estamos sufriendo?
¿Cuándo se van a dar por aludidos los gobiernos que hay que establecer políticas reales de fomento de la actividad agraria?
Ahora que vienen mal dadas, los urbanitas miran a agricultores, ganaderos y pescadores para que trabajen mucho y les llenemos sus despensas.
El mundo rural de muere. ¿Hasta cuándo aguantará?
*Foto de cabecera: Rubén Díaz Caviedes