Un estudio realizado por un equipo de investigadores españoles ha concluido que la alta densidad de ungulados (ciervos, corzos, jabalíes) en las fincas de caza mayor contribuye al declive de la perdiz roja (Alectoris rufa). No obstante, la regresión que sufre la llamada reina de la caza menor viene de años atrás, como lo atestiguan diversos estudios, que señalan una pérdida de un 33% de su población entre 1998 y 2014.
Desde hace unos cincuenta años la perdiz roja (Alectoris rufa) ha ido perdiendo estatus y calidad biológica en el conjunto del territorio peninsular. En aquellos lugares donde no se ha repoblado con perdiz de granja, las perdices, aunque bajo mínimos poblacionales, mantienen la pureza, según se desprende de los análisis genéticos realizados en los últimos años en distintas Comunidades Autónomas. El mal estado en que se encuentran las poblaciones de perdiz roja silvestre han activado todas las alarmas.
La perdiz roja silvestre, se reconoce en el “Libro Rojo de las Aves de España. 2004” como una especie “Casi Amenazada”. Según diversos estudios realizados en los últimos años, las poblaciones de la perdiz roja, la llamada reina de la caza menor, han disminuido entre 1998 y 2014 un 33% principalmente como resultado de la transformación e intensificación agrícola que ha deteriorado sus lugares de cría, reducido su alimento e incrementado la posibilidad de depredación por simplificación del paisaje, así como la exposición a biocidas, como por ejemplo las llamadas “semillas blindadas”, que son granos de trigo, maíz, avena o cebada tratados con plaguicidas para impedir el ataque de insectos y hongos. Esta cuestión ha sido denunciada en repetidas ocasiones por la Oficina Nacional de Caza.
Podríamos hablar de más causas de este declive de las perdiz roja en las últimas décadas como la prácticas agrícolas antifauna (quema de rastrojos, recolección y recogida de paja nocturnas…), repoblaciones incontroladas con perdices de granja, con sueltas de perdices portadoras de enfermedades y parásitos, condiciones meteorológicas adversas y cambio climático, y un sinfín de cosas más.
Pero aparte de esta situación general en que se encuentra la perdiz roja silvestre, recientemente se ha publicado un estudio de un equipo de investigadores españoles que concluye que la alta densidad de ungulados (ciervos, corzos, jabalíes) en las fincas de caza mayor contribuye al declive de la perdiz roja.
El estudio, liderado por José Guerrero-Casado, cuenta con la participación de investigadores de la Universidades de Córdoba y Munich, el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) y el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC). Se ha desarrollado en nueve fincas dedicadas a la caza en Córdoba, con una extensión media de 2.470 hectáreas. Entre otros factores, los científicos han analizado la abundancia de carnívoros, de ciervo, de jabalí, las características de la vegetación, la proporción de nidos depredados y la disponibilidad de invertebrados como fuente de alimento.
Según las conclusiones del estudio, la abundancia de ciervos mostró una relación negativa con la abundancia de perdiz en primavera, es decir, a mayor densidad de ciervos menor densidad de perdices. Al contrario, en las fincas donde la perdiz disponía de alimento -hierba, insectos hemípteros…-, las poblaciones del ave mostraron tendencias positivas.
Los investigadores estudiaron las mismas variables en otoño. En esta estación, la alta densidad de ciervos y carnívoros se asoció negativamente con la presencia de perdiz; es decir, cuantos más ciervos y carnívoros hay, y mayor es la tasa de depredación de nidos, menor es la abundancia de perdices en otoño.
Analizando todos estos datos, los autores concluyen que “los resultados muestran que las altas densidades de ungulados podrían afectar negativamente a la abundancia de perdiz debido a una reducción de la disponibilidad de alimento (invertebrados y biomasa de herbáceas)”. Así mismo, el equipo de científicos destaca que “esta investigación ha puesto de manifiesto que los actuales sistemas intensivos de gestión de la caza mayor en el centro-sur del Estado Español no son compatibles con la conservación de la perdiz roja, y que por lo tanto, estos efectos deben ser considerados a la hora de definir las políticas para la gestión de la caza mayor y la conservación”.
Mejorar la gestión de hábitats y especies
En la península Ibérica, y particularmente en las sierras del centro y sur, se alcanzan altas densidades de ciervos (por encima de 50 individuos/km2) y de jabalí (hasta los 90 individuos/km2), lo que está provocando un claro impacto en los ecosistemas mediterráneos. Según los autores, “este estudio demuestra la alta sensibilidad de la perdiz roja a estas superpoblaciones de ungulados”.
Otros factores demostrados que explican el descenso de las poblaciones de perdiz es el empobrecimiento de la calidad del hábitat como consecuencia de los cambios de uso del suelo, que incluyen el incremento y homogeneización de amplias y densas manchas de matorral, las reforestaciones con coníferas en altas densidades que impiden el desarrollo de matorrales y pastos, y la carencia de “setos refugio” en las dehesas como consecuencia en ocasiones de una alta presión ganadera.