El mochuelo ha sufrido una regresión del 40% en la última década en el Estado Español y los datos de Euskadi muestran que su disminución real podría ser cercana al 20%. Ante tal situación, el mochuelo reclama las miradas de todos, pero especialmente del mundo rural, puesto que su declive está ocasionando principalmente por los cambios en la agricultura.
Se estima que en la última década en Bizkaia se ha reducido el tamaño poblacional del mochuelo en un 10,5%, aunque la disminución real podría ser cercana al 20%. Existen pocos datos para Alava y Gipuzkoa, pero se estima que en este último territorio la situación podría ser parecida a la de Bizkaia, y en Alava parece que las poblaciones se mantienen algo mejor, dentro de la regresión.
Durante muchos años el mochuelo se ha beneficiado de las actividades humanas en el sector agrícola y gracias a ello sus poblaciones aumentaron considerablemente. Paralelamente el mochuelo fue y es uno de los mejores aliados del agricultor, ya que combate las plagas de roedores y langostas de forma natural y sin el coste que conlleva la utilización de productos químicos.
Las causas de la disminución de la especie sería, según se señala en un estudio de Ihobe, empresa pública dependiente del Departamento de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno Vasco, la creciente urbanización, la fragmentación de campiñas en parcelas de jardines, y el cambio de caseríos con cuadras (con agujeros en las paredes para anidar) por casas de campo y caseríos modernos. Todo esto está causando una reducción notable del área disponible y lugares de nidificación para los mochuelos.
En el citado estudio se plantean algunas posibles acciones para frenar el declive de la población de mochuelos. Así, se viene a plantear que habría que frenar la desaparición de campiñas cantábricas y la desaparición de lugares adecuados para anidar. En el primer caso, se señala que resulta extremadamente difícil, dado que las campiñas y suelos agrícolas del País Vasco se concentran las zonas de expansión urbanística e industrial. De cualquier manera, se considera que sería muy deseable establecer criterios de protección de la campiña atlántica, ya que los prados de siega forman parte de un “hábitat” de interés comunitario.
Por otra parte, para incrementar las posibilidades de asentamiento de nuevas parejas en zonas especialmente aptas para la especie, como es el caso de Orduña, sería necesario desarrollar una campaña de sensibilización ciudadana y colocación de cajas nido. A modo de ejemplo, en Mungia se han desarrollado una serie de iniciativas en este sentido, publicándose dos libritos en los que se explica la situación del mochuelo en la campiña y las medidas que se pueden desarrollar para conservarlos y la diversidad animal de la campiña.
Respecto a la colocación de cajas nido, en el estudio se dice que en 1997 se colocaron 75 cajas nido en Bizkaia, proyecto financiado por la Diputación Foral de Bizkaia, resultando que la mayoría de las cajas fueron robadas, destrozadas, etc., debido a su ubicación en zonas de campiña por las que el tránsito de gente es elevado y los actos vandálicos más probables. Por todo ello, se viene a decir a decir, que de llevarse a cabo nuevos proyectos, deberían contemplar la colocación de las cajas por parte de los vecinos en sus propios terrenos, realizando previamente campañas de sensibilización. Este método ha resultado muy positivo en regiones de Francia, Bélgica e Inglaterra.