¿Es la pesca sin muerte tan ecológica como nos dicen? Una pregunta que nos hacemos muchos pescadores que peinamos canas desde hace muchos años.
En nuestro colectivo parece haberse instaurado un «talibanismo» que defiende no matar peces, pero no tiene escrúpulos es sacarlos del agua colgados de un anzuelo.
¿Nos estamos acomplejando los pescadores ante el acoso animalista? ¿Porque renunciar a comernos por lo menos parte de lo que pescamos?
Entiendo u acepto que coexistimos pescadores que decidimos comernos parte de nuestras capturas y otros que devuelvan a los ríos todo lo que pescan.
Pero que nadie me critique por decidir llevarme a mi casa parte de mis capturas, porque simplemente se trata de un derecho que realizado conforme a la ley no perjudica para nada a las especies piscícolas.
En opinión de este humilde pescador renunciar a la pesca con muerte, supondrá la desaparición de nuestra afición y perjudicará el equilibrio de muchas especies objeto de pesca deportiva en mares y ríos.
A continuacion transcribo un interesante ariculo escrito por Senén Paz y publicado en LA VOZ DE GALICIA hace una semana en la que se trata más en profundidad esta cuestión y que a mi juicio destapa muchos mitos y mentiras.
¿Es ecológica la pesca sin muerte?
La ecología es la ciencia que estudia el medio ambiente, sus habitantes y la relación entre ellos para su mejor convivencia y salubridad.
Los ecologistas son los expertos practicantes de esta ciencia como defensores del cuidado y bienestar de las especies.
Si engañamos a un animal, a un pez por ejemplo, produciéndole estrés, fatiga, herida en la boca, invasión de su medio, quizás dolor y a veces muerte o ceguera por el puro placer de su captura sin ningún otro fin asociado como, por ejemplo, uso alimentario, ¿es ecológico?
Si la respuesta es sí, me he equivocado en las definiciones previas y por tanto corríjanme. Si la respuesta es no, ¿por qué los ecologistas apoyan esta práctica en los comités de pesca?
Una coartada
La mal llamada pesca sin muerte (en adelante captura y suelta) no es el paradigma de nada y sus defensores lo saben, pero les gusta. Se trata de tener un supuesto stock constante de peces, pescar todo el tiempo que les apetezca, vadeando el río con el agua al cuello sin el mínimo respeto a otros pescadores y al medio acuático, evangelizar a los malos criticando que se llevan los peces a casa para comérselos (crítica muy lógica en vegetarianos, que tengo que asumir que es el caso mayoritario de estos colectivos, ¿verdad?), intentar renovar la vigente ley de pesca para limitar al resto de los pescadores y todo ello bajo la sistemática «metáfora» de la defensa del medio ambiente.
Ahora la Consellería de Medio Ambiente nos ofrece un Anteproyecto de la Lei de Pesca que considero un menosprecio a los buenos técnicos que tiene esa institución, en pro de burócratas que supongo externos (a continuación pondré un par de ejemplos), pero sin dejar de contentar a los señores pro captura y suelta. Para empezar, debo decir que no me parece de recibo insertar una definición falsa en una futura ley. Es falsa (pesca sin muerte) porque la supervivencia de un pez, una vez devuelto a su medio, depende de múltiples factores que la convierten, de facto, en una situación probabilística y no de certeza como tal nombre obligaría (según autores y circunstancias, la mortandad puede variar de un 0% a un 89% ).¿Por qué se suprimen los plomos? Pues naturalmente para dañar seriamente a algunas modalidades de pesca clásica. Ah, pero claro, es una cuestión ecológica, asociada a la toxicología del plomo, ¿verdad?
La toxicidad del plomo
Para que un producto sea tóxico tiene que ser soluble en el medio y/o reaccionar con/en él. La solubilidad del plomo en agua es prácticamente cero, pero sí que puede formar compuestos más solubles que también son tóxicos. Teniendo en cuenta la acidez relativa de los ríos gallegos, la presencia de carbonatos de plomo son, probablemente, los más abundantes (en términos relativos, ya que en la naturaleza, en los ríos y lagos, las concentraciones de plomo son unas mil veces inferiores a la corteza terrestre). Hemos calculado un valor de solubilidad máxima de unas 100 partes por billon (ppb), que para el caudal de un pequeño río de un metro cúbico por segundo se reduciría, en un segundo, la concentración a 100 partes por trillón (ppt ) unas 100 veces inferior a lo permitido para el agua potable, que puede tener hasta 10 ppb ( R.D. 140/2003).
Es tan grave el error, en términos numéricos y de acuerdo con las previas consideraciones, igualar el disparatado/irracional caso del lecho de un río lleno de plomos de un caudal de unos 70 metros cúbicos por segundo como asumir la misma toxicidad de un cigarrillo al año, con la de un paquete al día.¿Y si se cae un teléfono móvil?
Entiendo, en consecuencia, que el paso siguiente será el análisis de los tintes utilizados en la fabricación de moscas, que pueden contener anilinas, que también son muy tóxicas y mucho más solubles en agua que el plomo, y por supuesto nada de llevar móviles al río, no vaya a ser que un pescador se caiga y lo ponga perdidito con las soldaduras de plomo de los componentes electrónicos. En resumen, queridos colegas pescadores, vayamos reservando en la librería un ejemplar titulado Aprender química en diez días para seguir pescando.
El caso de Islandia
Por cierto, Islandia, un país cuyas aguas están consideradas entre las más puras del mundo, donde se pescan entre 40.000-50.000 salmones anualmente («a pesar» de que la captura y suelta no alcanza el 15% de los 75 mejores ríos del país), donde la protección de los ríos salmoneros es severísima, el plomo es de uso generalizado y nunca se ha mencionado su prohibición, al menos que se sepa (dato actualizado el pasado día 17 de mayo) .
El 30 del pasado diciembre del 2018, en una entrevista publicada en The Times al profesor de biología acuática de la Universidad de Swansea (Gales), Carlos García de Leaniz, una autoridad mundial en biología del salmón y bien conocido en esta región por sus trabajos en la recuperación del salmón en varios ríos gallegos, hace un análisis de la situación caótica de las poblaciones salmoneras en los ríos escoceses, a pesar de efectuar un 90-98% de suelta tras captura, que cada año se reducen dramáticamente más y más, comparando su situación con especies en peligro de extinción como el rinoceronte negro.
Subrayaré algunas de sus frases del artículo, que ofrezco a reenviarlo a todo aquel que tenga interés: «¿Cómo podemos contemplar un plan donde capturamos peces simplemente por diversión y volvemos a ponerlos en el río con la esperanza de que sobrevivan? Por supuesto que sufren daños por ello», «capturar y soltar es como disparar a rinocerontes negros con dardos y solo por diversión. ¿Lo harías?», «la captura y suelta es, tal vez, una manera cínica de afirmar que tiene un efecto intrascendente y permite a los pescadores practicarla, ya que los peces son liberados y pueden ser capturados nuevamente».El interés de un 10%
Considerando un dato tan objetivo como la venta de permisos, el colectivo captura y suelta no tiene más de un 10 % de partidarios y aunque venden muy bien su método, no puede imponerse al 90 % restante, y ante la duda convoquen un referendo. La ecología es una palabra mágica que no puede usarse como arma arrojadiza para fracturar todavía más esta maltrecha sociedad, como está ocurriendo en Madrid y sospecho que en León, donde hace años se pesca sin muerte.
Garango, para conservar los peces en determinados tramos, que a mi me parece correcto, lo que hay que hacer es vedar dichos tramos, no habilitarlos «sin muerte». O para todos, o para nadie.
Yo soy pescador tradicional, siempre he respetado tallas y cupos, y me parece perfecto que quien quiera practicar la pesca sin muerte, -que no pesca ecológica-, lo haga, pero no me parece correcto que se nos imponga a todos. La pesca con caña no acaba con los peces, esa es una realidad que conoce too el mundo.
Hay muchos pescadores sin muerte que respetan a los pescadores tradicionales, tengo muchos amigos en ese colectivo, pero hay un grupito muy reducido de ellos que quieren imponer sus normas a todo el mundo, y así quedarse solos en los ríos, porque saben que los pescadores tradicionales, si no podemos llevarnos los peces para casa no vamos ni a pescar.
Señores radicales del captura y suelta, lo ecológico no es volver los peces al agua, estresados, hertdos, tuertos o muertos, que es lo que hacéis, por mucho que liméis el arponcillo, lo ecológico es que os pongáis a tirarles migas de pan desde un puente, o que os quedéis en casa, pero no ir a pescarlos. Con vuestras imposiciones lo único que estáis logrando es poner cada vez de peor hostia a los pescadores ribereños y puede que a alguno se le vaya un día la cabeza y le de por envenenar los ríos, entonces no habrá peces para nadie y lo lamentaremos todos, vosotros también, cuando no tengáis peces para capturar y soltar..
Creo que ningún extremo es bueno yo práctico la pesca de captura y suelts, pero respeto a los que practican la pesca con muerte, siempre que se respeten las leyes.
Los ríos están mal, pero no creo que el captura y suelta o la pesca con muerte, sean el mayor problema de los ríos.
La pesca sin muerte es una opción más, está claro que una buena gestión implica la existencia de tramos en los que se permita conservar las capturas y otros en los que no. Pero aquí empieza la guerra, la gran mayoría de pescadores no se mueven muy lejos para ejercer su afición, que les pongan un tramo sm cerca de su casa o en su zona preferida fastidia mucho. Es cuando comienzan a salir artículos como este, cuando las autoridades plantean más tramos sm. Lo que nadie se para a pensar es que los ríos no están como hace 50 años, ni volverán a tener poblaciones de trucha como antaño, por ello no se puede pretender seguir extrayendo del río todo lo que pueda, se hace necesaria una mayor limitación en cupos, tallas y también en los tramos en los que se puedan llevar. No gusta, pero es lo que hay. Hay río para todas las modalidades.
La pesca sin muerte o captura y suelta, que son modalidades diferentes deben ser una opción del pescador y nunca una imposición de la administración, por presiones de cuatro «puristas» que renuncian a las tradiciones españolas de pesca presumiendo del manejo de una cola de rata desde el interior de un rio
Cesareo Martin, pescador leonés jubilado