A pesar de sus aires señoriales el zorro es el mayor predador de especies menores de la fauna ibérica.
Personaje de fábula, leyenda y poesía posee un gran olfato y un insaciable afán de matar, no respetando víctima propiciatoria que se le presente de su extenso repertorio que va desde el inocente grillo, pasando por el huidizo ratón, el rápido conejo, la brava perdiz, la ingenua liebre, el inocente cordero, la suculenta gallina, el arisco gato, o las crías de corzo, ciervo, incluso rayones de jabalí si no están próximas a su madre.
Las gallinas son objeto de su especial predilección. Si consigue entrar en el gallinero no deja títere con cabeza. Los gatos caseros son también del agrado de su paladar. Si sorprende a alguno en el monte, rápido sube el gato al primer árbol que encuentre y con la cabeza hacia abajo sigue todos los movimientos de su enemigo. Es entonces, cuando comienza el zorro a describir círculos alrededor del árbol hasta terminar cayendo totalmente mareado.
Cuando le persigue un perro de pocas facultades se burla de él, sentándose a corta distancia repitiendo la faena tantas veces como sea necesario hasta aburrir al perro. Si por el contrario, el perro es fuerte de poder, se distancia lo más posible trazando círculos y pisando el mismo sitio varias veces para confundir el rastro y despistar al perro.
Las cuevas donde se encama, tienen dos o tres salidas para evitar que perros como el “foxterrier” de pelo duro – bravo donde los haya – les eche mano. Curiosamente tienen la facultad de salir de los agujeros andando hacia atrás para no quedar encuevado, cosa que los perros no saben hacerlo y mueren empotrados.
Los perros les odian en extremo porque con todas las tretas que tienen los zorros les vuelven locos. Son pocos los cazadores que se dedican a cazarlos y es una pena, porque los daños que hacen a la fauna son importantes, si bien para regular las poblaciones de ratas, ratones, víboras….son necesarios.
Foto. Abrizketa