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Hacia una gestión integral de la predación

La gestión de los predadores debe partir de una visión amplia que tenga como centro la salud ambiental de los espacios donde se practica la caza y no únicamente la conservación y multiplicación a ultranza de determinadas especies, como ocurre no pocas veces.

El control de los depredadores en el medio natural es uno de los temas más controvertidos de la gestión de los espacios naturales (ya sean cotos de caza, áreas provistas de alguna forma de protección, o ambas cosas a la vez). Con frecuencia se confunden los términos control y gestión, y en más ocasiones aún se identifican ambos con la práctica del exterminio local de una especie determinada. En lo que concierne a este artículo, entiendo por control la eliminación directa de un depredador capturado por medios legalmente admitidos. Me refiero a gestión ante un manejo de la fauna basado en estudios científicos y desarrollado por personal técnico y que puede contemplar el control de los depredadores.
En 1953, Rafael Cavestany y de Anduaga, a la sazón Ministro de Agricultura del Gobierno de Franco, publicaba en el BOE el Decreto por el cual se declaraba obligatoria la organización de Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza, o dicho de otro modo, se daba vía libre –y se subvencionaba- el exterminio de la fauna carnívora: las alimañas.

De 1973 en adelante, con la aprobación de la Ley de Caza y otras normativas tanto nacionales como europeas y autonómicas, el panorama en el plano legislativo cambia radicalmente para algunos de los grupos englobados bajo el rubro de las alimañas, bien otorgándoles una protección total (caso de las rapaces, reptiles o la nutria), bien regulando su caza (lobo, zorro, córvidos…).

Sin embargo, algunas especies han quedado en un confuso limbo en el cual, dependiendo de la comunidad autónoma en la que se desarrolle su vida, podrá ser legalmente capturada o eliminada o bien será objeto de protección. Esta es la situación, por ejemplo, de la garduña, que goza de protección en la Comunidad Valenciana y Aragón, donde su caza está prohibida, mientras que en Cataluña –comunidad lindante- está considerada una especie que puede estar sometida a un eventual control de predadores previamente autorizado por la administración. Y también de la jineta.

En mi opinión, tengo que decir que en bastantes ocasiones el control de los depredadores se realiza sin ningún tipo de estudio que lo avale. Se tiende a colocar los medios de captura sin saber a qué densidad de depredadores se está haciendo frente, si existen en la zona especies protegidas que pudieran caer y si los medios utilizados realmente reducen el problema o bien contribuyen a agravarlo.

Por supuesto, no se realizan estudios previos sobre la dieta de los depredadores de la zona en la que se implementa el control, pese a que existen numerosos trabajos que muestran una enorme variabilidad de las presas consumidas por los depredadores, dependiendo de la localidad en la que habiten.

Por otra parte, en las últimas dos décadas se ha producido un preocupante repunte del uso de venenos para el control de los depredadores. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, en los últimos quince años se registraron cerca de 7.000 casos de envenenamiento. La falta de medios de vigilancia ambiental y la pasividad de la mayor parte de las administraciones contribuyen a ello.
La gestión de la predación debiera partir de una visión amplia que tuviera como centro la salud ambiental de los espacios donde se practica la caza y no únicamente la conservación y multiplicación a ultranza de determinadas especies. El fomento industrial de piezas de caza menor en zonas muy localizadas produce evidentes cambios en la estructura faunística del espacio afectado, por lo que antes de acometer este tipo de acciones se ha de controlar hasta qué punto son positivas para el medio; si son los propios gestores los que crean desequilibrios, la solución no debería pasar por la eliminación a la ligera de especies consideradas como competidoras, ya que, en muchos casos, son elementos fundamentales de hábitats determinados. Además de la presión selectiva que realizan sobre las piezas de caza y el control que ejercen sobre otros animales quizás poco deseados (múridos), no debemos olvidar que los pequeños carnívoros actúan como dispersadores de semillas durante los meses otoñales e invernales, actuando como auténticos gestores del matorral y del bosque.

No puedo dejar de traer a colación, a modo de conclusión de este artículo, un fragmento escrito por uno de los cazadores más sensibles e ilustrados de la España del siglo XX: Félix Rodríguez de la Fuente. En su libro “El Arte de la Cetrería”, escribía así sobre la persecución a la que se ven sometidas las aves rapaces y, por extensión, los animales carnívoros:

“El día en que España se haya transformado en inmenso criadero de perdices y hayan desaparecido los azores, los halcones, las águilas y todos los hermosos y necesarios animales carniceros; el día que hayamos conseguido una fauna mutilada, chata y unilateral; el día que podamos ufanarnos de matar miles de perdices en todos nuestros ojeos, habrá llegado el principio del fin: las enfermedades degenerativas e infecciosas y la falta de estímulo vital, derivados de la supresión de la competencia y de la selección natural, acabarán en algunos años con las perdices, como la mixomatosis con los conejos”.

Químico y periodista especializado en temas medioambientales. Premio Nacional de Medio Ambiente 1998, que otorga el Ministerio y Premio Gonzalo Nardiz 2002 del Gobierno Vasco por su trayectoria destacada en la difusión e investigación en temas de conservación de la naturaleza. Miembro de Naturtzaintza-Consejo de Conservación de la Naturaleza de la Comunidad Autónoma del País Vasco, adscrito al Departamento de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno Vasco.

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Químico y periodista especializado en temas medioambientales. Premio Nacional de Medio Ambiente 1998, que otorga el Ministerio y Premio Gonzalo Nardiz 2002 del Gobierno Vasco por su trayectoria destacada en la difusión e investigación en temas de conservación de la naturaleza. Miembro de Naturtzaintza-Consejo de Conservación de la Naturaleza de la Comunidad Autónoma del País Vasco, adscrito al Departamento de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno Vasco.

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