La pesca en la Unión Europea se encuentra en una encrucijada. Mientras se abandona la pesca artesanal, se sobreexplotan los recursos pesqueros por una flota muy sobredimensionada y subvencionada. La reforma de la política pesquera en teoría pretende poner coto a estos problemas, pero hay muchas presiones para que continúe la misma forma de actuar que nos ha llevado a una situación cada vez más insostenible. El 31 de diciembre de 2012 debe aprobarse la reforma de la Política Pesquera Común (PPC), el marco global bajo el cual se regula en la Unión Europea la pesca en las aguas europeas, así como la política exterior pesquera. Nos encontramos ante una situación excepcional, pues ante el triple reto al que se enfrenta el sector pesquero y el ecosistema marino –abandono masivo de la pesca artesanal, alta dependencia y uso inadecuado de los recursos públicos y sobrepesca en muchos de los stocks pesqueros–, el mantenimiento del statu quo no es una alternativa posible.
La Comisión Europea presentó el 13 de julio pasado su propuesta para la nueva PPC, y a partir de entonces se inicia un proceso de negociación con el Parlamento y el Consejo Europeo. La propuesta actual de la Comisión Europea ante la pregunta de cuántos peces queremos dejar en el mar, plantea que es deseable conseguir para todos los stocks una extracción tal que se mantenga para todas las especies la biomasa pesquera a un nivel llamado de Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) en el año 2015. El RMS es la cantidad máxima de capturas que puede extraerse de una población de peces por un tiempo indefinido en un ecosistema dado. Este objetivo en la práctica implicaría reducir a corto plazo la presión pesquera sobre la mayoría de las reservas, ya que solo se cumple el nivel RMS en aproximadamente un 28% de los casos. A largo plazo implica una transformación radical de las características de la flota pesquera. Este esfuerzo sería compensado a medio plazo por una mayor rentabilidad pesquera al poder disminuir el esfuerzo necesario para pescar cada tonelada de pescado.
La obligación de conseguir este objetivo ya estaba en la agenda política europea desde el año 2002, cuando se estableció como objetivo en la Cumbre de Johannesburgo de Desarrollo Sostenible. Por tanto, la Unión Europea ya hace casi diez años que aceptó este reto, pero hasta el momento las medidas que se han tomado han sido claramente insuficientes. Ahora, a través de la reforma, se trata de dar un nuevo impulso.
Desde el punto de vista ecológico, el objetivo planteado es un paso intermedio hacia una visión más completa del impacto de la pesca sobre el ecosistema marino. Además, el objetivo RMS tiene un riesgo importante, pues desde el punto de vista técnico, debido a la incertidumbre en la información que se maneja, se corre el peligro de creer que se está pescando a nivel del RMS y en realidad estar sobrepescando las reservas sin darnos cuenta. Hasta cierto punto plantearse el objetivo de RMS es como pasear por el borde de un acantilado: puede ser en teoría bonito, pero ciertamente es arriesgado; un despiste y los efectos pueden ser devastadores.
También hay que señalar, para hacer justicia al reto que se plantea, que en algún caso –dado el sistema actual del stock y el ritmo de recuperación de la especie– la propuesta es incluso técnicamente irrealizable pues el sistema ecológico tendría un proceso de adaptación hasta alcanzar el RMS más lento que el objetivo temporal previsto.
El objetivo de RMS para el año 2015 ha sido considerado demasiado ambicioso por parte de la pesca industrial española que, una vez más –como ya lo ha hecho en la última década–, trata de atrasar al máximo la fecha de cumplimiento intentando así mantener –inútilmente por otra parte, ya que la flota no deja de disminuir– el statu quo actual. Tampoco está siendo defendido con suficiente ambición por parte del Gobierno español quien en la práctica está optando por plantear en algunos casos el objetivo 2015, pero para la mayoría de los stocks defiende retrasarlo hasta 2020, a diferencia de otros países europeos que lo consideran como posible y necesario.
Otro tema importante en discusión, es qué hacer con los descartes. Se estima que globalmente entre un 20 y 35% de la pesca capturada nunca llega a la costa, se vuelve a tirar al mar, en muchas ocasiones muerta. Las razones son varias, la más importante es la baja selectividad de la flota –lo que hace que se pesquen especies que no se desean–, pero también existen otros factores como la búsqueda de un mayor nivel de rentabilidad de la pesca capturada, las deficiencias en la regulación (que obligan por ley a tirar las capturas para las cuales no se dispone de cuota), etc. En algunas pesquerías del Norte de Europa, así como en la pesca realizada por algunas embarcaciones españolas, especialmente de arrastre, los descartes pueden llegar a ser un 60% de las capturas, una situación difícilmente aceptable.
La Comisión Europea ha propuesto un calendario (entre 2014 y 2016) para acabar con los descartes de determinadas especies (entre las que se encuentran algunas de las más importantes a nivel comercial). A partir de estas fechas será obligatorio desembarcar la totalidad de las capturas.
Esta propuesta ha recibido la oposición frontal de una parte significativa de la industria pesquera, a excepción de la vasca y algunas ONG ambientalistas siempre y cuando vaya acompañada de medidas de apoyo que contribuyan a la recuperación de las redes tróficas marinas, con el consiguiente beneficio para los pescadores y el ecosistema en su conjunto, y a condición de que los descartes no acaben favoreciendo la creación de nuevos mercados basados en juveniles, tallas ilegales, etc.
Sin duda, la reforma de la PPC marcará el futuro de la pesca y el ecosistema marino europeo para los próximos diez años. La propuesta actual realizada por la Comisión, adolece de ciertas carencias, que deberían ser subsanadas a lo largo de la tramitación, de manera que se incluya la vertiente socioeconómica de la pesca; pero, además, la incorporación de estudios científicos que regulen y sirvan de base real para la gestión sostenible de cada una de las de las pesquerías. Así mismo, es importante la inclusión de la “pesca artesanal” como un “eje estratégico” de la futura legislación comunitaria, que es también una buena forma de reducir los descartes, como se apunta desde el País Vasco.
Amigo Miguel Angel: Muchas gracias por los comentarios tan elogiosos que me has hecho, pero creo que no es para tanto.Tus artículos sí que son muy buenos, rigurosos y contrastados. Un abrazo. Julen Rekondo.
Amigo Julen, llevo un tiempo preguntando y acumulando información de la gente del mar para poder opinar al respecto. Y a la vista de mi documentación, tengo que decir que los pescadores artesanales están en la misma situación que los pequeños agricultores y ganaderos a punto de abandonar las explotaciones por no serles rentables. ES UN GRAN ARTÍCULO EL TUYO. SÍ SE??OR. La pena es que esto que escribes no llegue a todo un colectivo que lo está pasando muy mal, mientras a nivel de Estado se sigue con la campaña de los PEZQUE??INES y similares. En definitiva, creando un caldo de cultivo que amortigüe la voz de los pisoteados.
UN ABRAZO Y MI MÁS SINCERA ENHORABUENA. De hoy en adelante, te consideraré un hombre bueno de corazón que ama y quiere a su tierra por encima de todo.