Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, el paro y la corrupción son los dos problemas que más preocupan a los españoles desde hace tiempo. Es algo que no sorprende a nadie cuando tenemos seis millones de parados y el bochornoso ejemplo de numerosos dirigentes públicos o políticicos que han utilizado el poder democrático de sus puestos para obtener réditos personales. Para lucrarse. Para meter la mano, vaya.
Pero no nos corresponde a nosotros informar o analizar los excesos de la casta política de nuestro país. Nuestro trabajo, porque somos periodistas especializados, es hablar de la casta cinegética española, que ha encontrado en el último presidente de la RFEC su más ignominiosa encarnación. Un tipo, Andrés Gutiérrez Lara, que ha ostentado durante más de una década la representación de los cazadores, demostrando una total falta de respeto hacia el dinero y el honor del sector que le daba de comer. El legado que deja después de más de una década de ‘trabajo’ es la ejecución de dos grandes proyectos, el de la vacuna recombinante y el del perdigón ecológico, que han supuesto una auténtica sangría para las arcas tanto de la RFEC como de Mutuasport, la mutua de los cazadores que él mismo presidió durante 20 años. A lo largo de todo este tiempo se convirtió en un artista del palo y la zanahoria, ofreciendo grandes titulares con los que ilusionó a un inocente colectivo que permanecía ajeno a su nefasta gestión mientras él conseguía el apoyo necesario para sacar adelante sus ruinosos proyectos. Durante su ‘reinado’ los cazadores no hemos hecho otra cosa más que perder derechos, dinero y, lo que es más importante, tiempo. La caza para nosotros es nuestra forma de vida. Para él su modus vivendi. Incluso, el de alguno de sus hijos, protagonista de esperpénticas intervenciones públicas en los últimos tiempos en defensa del puesto de su padre y, por ende, del suyo propio. Pero no es la ausencia de preparación, la caspa, la incapacidad, la embriaguez de poder, el caciquismo, su reincidente falta a la verdad, el afán presidencialista o el desprecio por la cosa pública de los cazadores lo que más llaman la atención del último presidente de la RFEC. Lo que más inquieta es saber que para ejercer su reinado ha contado con el apoyo de algunos presidentes federativos autonómicos y con toda una corte de palmeros que le han ayudado a sacar adelante sus delirantes y onerosos proyectos. Hablo incluso de compañeros de sector, que no de profesión, que no han dudado en atacar a esta cabecera cuando, desde nuestro más escrupuloso respeto por el periodismo y el interés general de los cazadores, empezamos a denunciar los desmanes de su gestión. Afortunadamente todo queda escrito y retratado. Y el tiempo ya les estará enseñando que las prebendas se van, pero la deshonra se queda.
El pasado 9 de junio la Audiencia Nacional declaró nulas las elecciones a la presidencia de la RFEC en las que Gutiérrez Lara había resultado ‘electo’. Los magistrados entienden que podrían haber estado ‘viciadas’ a su favor, tal y como ya informamos desde Jara y Sedal hace más de dos años. De esta manera, las federaciones de Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Extremadura, Galicia y Navarra conseguían que la Justicia reconociese que tenían razón en la penitente y honrosa lucha que han sufrido contra las ansias de poder del último presidente de la Española. En el momento de escribir estas líneas quedaba pendiente la ejecución de la sentencia. ¿Quién sabe? Tal vez en un gesto de justicia poética tenga lugar el 14 de julio, el mismo día que los franceses realizaron la toma de La Bastilla y consiguieron derribar el Antiguo Régimen, dando comienzo la revolución. Esperemos que la toma de Francos Rodríguez, calle en la que se ubica la sede de la RFEC, no se demore demasiado y la caza experimente la revolución que necesita cuanto antes.
Editorial de la revista Jara y Sedal del mes de Julio de 2014
Foto: www.fecaza.com
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