Friso
Friso
Friso
Friso

No soy ecologista

Y tampoco me apetece un carajo serlo, para qué nos vamos a engañar. Cuando algún compañero pronuncia esa ya famosa frase, con la mejor de las intenciones eso no lo dudo, que dice que el cazador es el mejor ecologista, un escalofrío me recorre la espalda y me descuelgo mentalmente de la lista. Me declaro objetor de buenrollismo. Soy cazador, y punto. Y ser cazador no es antónimo de ser ecologista, pero creo que está a un largo trecho de convertirse en su sinónimo.

Yo no me convertí en cazador después de sentirme conmovido por las imágenes de los documentales de televisión, grabados en lejanas tierras que no pisaré nunca y protagonizado por desconocidos animales de los que nunca conoceré su olor, querencias o actitudes. Siempre he sido un tanto descreído. Una de las ventajas de ser chico de pueblo es que enseguida te das cuenta de que el márketing y los mensajes totalmente artificiales con los que trata de acribillarte la caja tonta se estrellan contra el mundo que te espera cuando cruzas la puerta de la calle todas las mañanas. El tomate del huerto no es tan bonito como el del anuncio del burguer, a pesar de que sabe cien veces mejor. Por eso te empapas de cuentos de Walt Disney pero no te los crees. En el mundo real tu Pepa Pig chilla de manera histriónica todos los meses de diciembre, al despuntar el nuevo día, y eso es motivo de alegría para todos.

Tampoco me convertí en cazador en la mesa de un bar tras salir de la facultad, mientras apuraba una caña y desbordaba idealismo por todos los poros de mi piel. Por supuesto, nunca se me pasó por la cabeza hacerme cazador para encontrar en esta práctica un modus vivendi, colgándome una etiqueta de salvador de la tierra, ávido de subvenciones públicas con las que extorsionar las ansias de poder y dominio del silencio del político de turno.

Yo me hice cazador después de nacer en el campo, rodeado de gente que ha gastado más tiempo en el monte que bajo el tejado de su casa. Yo me enamoré de la tierra que me parió, conociendo sus animales, sus plantas y sus árboles, sintiendo su tacto, su cíclica y efímera presencia. Me empapé de decenas de libros en los que la protagonista era la naturaleza, y aprendí a amarla, a respetarla y a cuidarla después de conocerla sobre el terreno. Tras sentir el frío y el calor, el polvo y la humedad, la cara y la cruz de una realidad que nunca he escuchado en la boca de un ecologista. Por eso, insisto, no soy uno de ellos. Soy cazador y el cazador, cazador es. Caza y ama la naturaleza con la misma intensidad y la misma pasión porque ambos verbos son indisolubles para él. Quitarnos esa chaqueta para ponernos la del ecologismo es tanto como afirmar que la cinegética nada tiene que ver con el amor y el respeto a la madre tierra y los seres que la habitan. Y yo por ahí no paso.

Sí, soy cazador. Y me mantengo firme en mi propósito de seguir siéndolo. Sin colorantes ni conservantes. Sin memeces. A pesar de que algún que otro profeta de nueva religión quiera convertirme en el judas de su biblia y pretenda hacer de mí el protagonista de esos mensajes apocalípticos que tratan de convencer al resto de la sociedad de que el mundo se va a acabar, que los animales se van a extinguir y que la naturaleza va a ser destruida por culpa de su indiferencia y falta de sensibilidad. No, nunca me he sentido así de necio.

Editorial enero 2014 revista Jara y Sedal

Un referente periodístico en materia cinegética en España. El salmantino Israel Hernández Tabernero es director de la emblemática revista de caza "Jara y Sedal".    

Artículos: 16
1 Star2 Stars3 Stars4 Stars5 Stars (No Ratings Yet)
Cargando...

0 Commentarios

  1. Mikel Zarobe
    0

    Israel…¡GENIAL! Directo, sin prejuicios, claro, echado «p´lante» y al que le pique que se rasque. Te has ganado un seguidor!. Aunque se me genera una pregunta a la vista de tu última frase, de verdad, perdóname, sin animo de nada, debo hacértela: ¿De verdad estas convencido que las especies de caza no van a extinguirse?. Es el único punto en el que discrepo, A la vista de las capturas y situación de muchas de ellas, quizás no en toda la península pero en sitios ya están extintas, en otros están a punto, la progresión es alarmantemente descendente y no es como para hacer oídos sordos o sacar pecho. De hecho, de ir las cosas bien, no serían necesarios los cercones (de liebres y de caza mayor), las perdices de repoblación y los vídeos de caza que tantas veces han sido filmados sobre esas especies repobladas o encerradas, y que como bien decías no corresponden con la realidad una vez que abres la puerta de la casa del pueblo y sales al monte. Un saludo y lo dicho, salvo ña ultima frase, 100% de acuerdo.

About The Author

Un referente periodístico en materia cinegética en España. El salmantino Israel Hernández Tabernero es director de la emblemática revista de caza "Jara y Sedal".    

Artículos Relacionados