El próximo 19 de noviembre se cumplen 10 años del hundimiento del Prestige. Aquel barco monocasco que operaba bajo bandera de Bahamas, y que dio lugar a la mayor catástrofe ambiental de la península Ibérica, dejando nuestras costas cubiertas de aquella pasta negra llamada chapapote. Y ahora, casi diez años después, el pasado 19 de octubre, ha comenzado el juicio oral por dicha catástrofe.
Parece increíble que, después de una década, ninguna de las empresas implicadas esté sentada en el banquillo y únicamente una persona representando a las instituciones hará frente a todas las responsabilidades de ámbito estatal. Aunque en nosotros retumba el eco de frases como «en la catástrofe del Prestige sólo hay un culpable: el barco o “no son más que unos hilitos de plastilina” o “pensamos en bombardear el Prestige para hundirlo o hacer arder el fuel”…. Frases que salieron de los cargos políticos que gobernaban por entonces en el estado y que no fueron capaces de coordinase y tomar las medidas más acertadas para reducir los efectos de la marea negra.
Ahora nos preguntamos qué hemos aprendido desde entonces:
– Que un juicio no puede retrasarse 10 años, y que una de las causas de este retraso es debido a que un procedimiento judicial de la complejidad y de las características del Prestige requiere una serie de medios humanos y materiales de los que no está dotado ningún Juzgado Instructor.
– Que las gravísimas deficiencias de las regulaciones internacionales, entre ellas, la utilización habitual de banderas de conveniencia; el empleo de verdaderos entramados de sociedades interpuestas, la insuficiencia de las indemnizaciones que limitan la responsabilidad, hacen que no se paguen las responsabilidades.
– Que el Derecho penal en el Estado Español limita, en casos como éste, que las responsabilidades puedan ser depuradas.
Pero, desde Euskadi, ¿qué reflexiones cabe hacerse?
Sin duda, el litoral vasco también sufrió las consecuencias de la marea negra ocasionada por el Prestige. No obstante, el Gobierno Vasco de aquel entonces, presidido por Juan José Ibarretxe, creó un gabinete de crisis y, en una operación sin precedentes, movilizó a más de tres mil personas, además de a 215 barcos y a un millar de arrantzales. Administración, arrantzales, profesionales y voluntarios se fijaron en un único objetivo: poner freno al desastre que se avecinaba. Diez años después puede afirmarse que lo consiguieron.
Según datos facilitados por el Gobierno Vasco por aquel entonces, los barcos recogieron 21.000 toneladas de fuel emulsionado, lo que supuso el 76% de todo lo retirado en el Golfo de Vizcaya y el 60% del que pudo recuperarse en el mar. Superó incluso la efectividad y eficacia a los buques europeos anticontaminación. Las embarcaciones de recreo también colaboraron en las tareas y recogieron en el mar 40 toneladas.
Tras varios años de investigaciones, los científicos vascos aseguran estar mejor preparados que antes. Tener una metodología avanzada para afrontar este tipo de situaciones es fundamental para reducir las consecuencias negativas, tal como se demostró durante la crisis de 2002, cuando la apuesta por el operativo de recogida del fuel en alta mar, promovido por el Gobierno Vasco, con amplia participación de la flota pesquera y coordinación de AZTI-Tecnalia, logró reducir el impacto ambiental del vertido en gran medida. De no haberse realizado de esta manera, los estudios realizados entre 2003 y 2008 revelan que las consecuencias del Prestige hubieran sido similares a las producidas en la costa gallega, a pesar de la lejanía existente.
Estas son las principales conclusiones del proyecto IMPRES (Impacto Medioambiental del Vertido del Prestige en la Costa Vasca), un proyecto financiado por el Gobierno Vasco en el marco del Programa ETORKEK para Proyectos de Investigación Estratégica realizado entre 2003 y 2008. En el proyecto, coordinado por AZTI-Tecnalia, participaron grupos de investigación de diferentes Departamentos de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco así como el Departamento de Economía Aplicada V.
Es cierto. No hay justicia, desgraciadamente. Saludos. Julen Rekondo.
Nada se parece a la justicia, como la justicia tardia.
(SENECA)