Balance tras dos años desde su puesta en marcha
Por Florencio A. Markina Lamonja / Dr. en Ciencias Biológicas
Desde que se iniciaron los trabajos de colaboración con el grupo INVESAGA de la Universidad de Santiago de Compostela, la Asociación del Corzo Español centro el foco de interés sobre el estado sanitario de la especie. Tras años de preocupación por el seguimiento demográfico del corzo y su gestión, con el avance extraordinario de algunas poblaciones y algunas desacertadas introducciones de ejemplares foráneos, las enfermedades parasitarias han ido tomando protagonismo. Así, en 2015, y fruto de los primeros resultados obtenidos a partir de ejemplares capturados, la ACE lanza el denominado “Proyecto Oéstridos”, intentando caracterizar el avance de dos de las parasitaciones con mayor presencia local en algunas demarcaciones: la moscarda del corzo (Cephenemyia stimulator) y la mosca de los barros (Hypoderma spp.). Ambas enfermedades son producidas por Dípteros cuyas fases larvarias parasitan a los corzos, provocándoles, en muchos casos, perjuicios muy graves, comprometiendo el desarrollo demográfico de las poblaciones.
El Proyecto Oéstridos, consiste en que todos aquellos cazadores que deseen colaborar, cumplimenten una ficha diseñada al efecto (disponible en la dirección electrónica http://www.corzo.info/larvas-larva-cephenemyia/destacados-izquierda/proyecto-oestridos_81_1_ap.html) proporcionando información de la presencia o ausencia de estos parásitos en los ejemplares capturados.
La moscarda del corzo (C. stimulator) es un insecto cuya fase larvaria es parásito obligado y exclusivo del corzo. Si bien su presencia en el resto de Europa estaba muy extendida en las poblaciones de este ungulado, en la Península Ibérica las primeras noticias de su presencia se remontan al año 2001 en Ciudad Real y en un ejemplar proveniente de Francia. A finales de la década de 2000, ya se hallan corzos autóctonos infestados en el Noroeste de España, habiéndose extendido en la actualidad a gran parte de la mitad Norte peninsular, siendo responsable esta miasis del descenso acusado de densidad en muchas de las zonas afectadas. La parasitación afecta a vías respiratorias y las larvas, si se encuentran en número elevado (30-35 larvas), pueden llegar a comprometer la salud del animal parasitado.
La mosca de los barros (Hypoderma spp), es otro oéstrido parásito que se localiza bajo la piel del animal, y que si bien no comporta excesivo riesgo ensimismo para la salud del animal parasitado, al mantener una vía abierta al exterior en la piel (por donde respira la larva), puede acarrear infecciones asociadas graves. Al igual que en el caso de Cephenemyia, la presencia de este parásito en las poblaciones de corzo estaba citada para algunas poblaciones europeas de corzo, concretamente la especie Hypoderma diana. La sorpresa vino de la mano de la investigaciones llevadas a cabo conjuntamente entre la ACE y el grupo INVESAGA, cuando a principios de 2016, se detectó la presencia del parásito en corzos del Norte de Guadalajara, pero al contrario de lo que se podía imaginar, el Oéstrido presente fue Hypoderma aecteon hasta la fecha sólo descrito en ciervo (Cervus elaphus) y, esporádicamente, en gamo (Dama dama). Este hecho dio lugar, por tanto, a la primera cita de esta parasitosis sobre corzo, lo que además de ser un dato de alta relevancia científica, apunta hacia un posible contagio interespecífico, provocado por un incremento de la abundancia de ciervo en esa área Castellano-manchega.
En la mayoría de los casos, las afecciones parasitarias en ungulados, reflejan desajustes de densidad, ya que, generalmente, son más agudas en aquellas poblaciones con mayores abundancias de individuos. De ahí la importancia de, además de realizar un seguimiento detallado de la incidencia de estas enfermedades, realizar un ajuste de las poblaciones, haciendo especial esfuerzo en cumplir con los cupos de caza asignados, sobre todo los de corzas, que aun en muchas áreas siguen siendo una asignatura pendiente.
Sólo mediante una caza responsable y equilibrada, por clases de sexo y edad, podremos conseguir que la incidencia de estas afecciones tengan el mínimo efecto en las poblaciones corceras.