Les juro que con la que está cayendo hay meses que resulta imposible redactar esta página esbozando una sonrisa. Porque la actualidad no suele acompañar, porque a ustedes les gusta estar bien informados y porque a mí no me pagan por mirar para otro lado que no sea el de la actualidad cinegética. Y, seamos francos, motivos para estar indignados siempre nos sobran en este ‘histial’, como decimos en mi pueblo. A patadas. Por eso resulta muy agradable sentarse y coser este teclado a golpetazos de buen rollito. Porque nos lo merecemos.
¿Que a qué viene este inusitado optimismo? Pues a que nos encontramos en octubre, a punto de estrenar una temporada que se anuncia histórica en la mayor parte de nuestro país. Que la cría de especies de mayor y menor había sido excepcional era un rumor que flotaba en el aire de nuestra redacción desde que se comenzó a romper la primavera. Que lo tiene todo para ser histórica es algo que ha quedado puesto de manifiesto gracias a la encuesta que hemos realizado entre cientos de nuestros lectores a través de Internet: los datos de nuestros sondeos nunca habían arrojado unos resultados tan positivos. Por primera vez la opinión generalizada se muestra más optimista que pesimista con respecto a la temporada y eso, amigos lectores, es mucho mostrar.
El segundo motivo que nos invita a estar satisfechos es que el colectivo cazador ha vuelto a responder de una manera abrumadora al llamamiento realizado contra el borrador del reglamento de cartuchería encabezado por la Oficina Nacional de la Caza. En total, 13.000 cazadores inundaron el Ministerio de Industria gracias a la llamada que se realizó desde el organismo que preside con más entusiasmo y acierto que recursos materiales ese gigante de la caza y de la vida llamado Juan Antonio Sarasketa. Ahora sólo cabe esperar que la cordura vuelva a imperar en los responsables administrativos y, al igual que sucedió con el borrador de Reglamento de Armas, las alegaciones realizadas sean tenidas en cuenta.
En tercer y último lugar, no podemos dejar de volver la vista hacia Castilla-La Mancha, donde se acaba de lograr un hito cinegético en la historia de nuestra democracia. Allí se acaba de aprobar una Ley de Caza que por primera vez supone un paso adelante para los cazadores. No es que se haya conseguido salvar una amenaza administrativa, como sucedió con el Reglamento de Armas, es que por primera vez en los últimos 30 años se ha redactado una norma que mejora la actividad cinegética, tan acostumbrada a parchear las nuevas normativas, tan habituada a soportar palos, a ceder terreno. Además, puede presumir de carecer de color político, puesto que fue desarrollada con el anterior ejecutivo socialista y aprobada por el recién elegido gobierno popular. La principal artífice de este inaudito logro –junto con la federación manchega– es APROCA y el hombre que la capitanea, Luis Fernando Villanueva, un cazador cabal y humilde como pocos, que se mueve como pez en el agua en las turbias corrientes administrativas y que representa uno de los mejores activos con los que cuenta el mundo cinegético de nuestro país.
Ojalá que sus obras sienten cátedra y surjan discípulos dispuestos a seguir su estela. Que el mundo de la caza necesita muchos ‘Villanuevas’ dispuestos a dejarse la piel por ella en la trastienda. Que nos hacen falta más ‘Sarasketas’ arengando la lucha de los derechos de los cazadores. Hombres como ellos, sin más ambición que la de mejorar el mundo cinegético. Sin intereses ocultos ni egolatrías. Que la caza necesita más buenas noticias, y yo le estoy empezando a coger el gusto a esto de firmar la primera página con una sonrisa en los labios.