Sí, han leído bien. Aparece en el “Proyecto de Real Decreto por el que se aprueba el Reglamento de Armas, Capítulo Preliminar, Sección 4ª. Armas prohibidas a particulares. Punto 1, apartado “i”.
Tengo que confesarme –si se aprueba este Reglamento— de contar con “armas prohibidas” de este estilo en mi casa. La última fue una tozudez de mi hijo el mediano hace un par de años, que entre los miles y miles de objetos que había en las infinitas tiendas para turistas, porque él se fijó en aquel tiragomas de madera burda, gomas poco elásticas y cuero de pega, pero en cuyo mango figuraba “Lanzarote” como souvenir de la preciosa isla.
No me imagino lo que hubiera sido esconder la en breve “arma prohibida” entre las maletas, atestadas de bañadores, toallas de playa, alguna ropa larga para cenar y por si acaso hacía fresco, y unos cuantos cachivaches de todo tipo que la familia se trajo de recuerdo veraniego. Quedando a expensas del guardia que supervisaba el equipaje del aeropuerto porque, la verdad, esos “peajes” fronterizos siempre dan respeto, aunque uno jamás haya querido emular a los de Al Qaeda para subir a un avión.
Bueno, pues el tiragomas llegó a casa, y por allí sigue, creo, salvo que no haya salvado el corte de limpieza que a veces hay que hacer cuando los cajones se llenan de trastos y juguetes en desuso. Menos mal que en casa hay alguien con sentido del orden de las cosas, que no soy yo, claro.
Leyendo este proyecto de reglamento, a uno le entran escalofríos. No sólo porque en el preámbulo se refieran a la Vicepresidenta Primera del Gobierno y Ministra de Presidencia, con lo que el redactor o redactora parece que no se enteraron de la última remodelación del Gobierno. O sea, que el brutal texto actual es anterior a aquella fecha, aunque lo hayan presentado hace quince días y sólo hayan dado veinte para reclamaciones.
Volviendo al tema, que me pierdo. Si se aprueba este Reglamento de Armas, ¿qué es lo que tengo que hacer? Si el tiragomas, “arma prohibida”, sigue en mi casa (que lo ignoro, insisto) primera opción: ¿deberé presentarme con él en mi Intervención de Armas correspondiente? ¿acudiré portando encima un arma prohibida para autodelatarme como infractor según el nuevo Reglamento a la Guardia Civil?
Ejem. Por cierto, ¿qué cara me van a poner en el cuartel? ¿les dará un ataque de risa? ¿Me denunciarán por algo más? Si es que al final, el dueño real del tiragomas es mi hijo, pero como yo soy su tutor legal, seguro que también me acusan de algo con menores, de fomentar la violencia o de tener armas ilícitas, cualquiera sabe ya.
Segunda opción: ¿Lo tiramos a la basura como si nada y lo dejamos pasar? Pero a uno le queda la duda. ¿Por qué? ¿qué peligro tiene un tiragomas para un chaval de diez años hasta elevarlo a la categoría de “arma prohibida”? ¿Que le dé a alguna lámpara en casa?
Porque a la calle no me consta que lo haya sacado. Y si lo saca, ¿qué?. ¿No es un niño? En fin, dudas y más dudas. Razonables, como dicen en los juicios de televisión.
Tercera opción: moción de censura por completo al redactor (o redactora) del texto del nuevo Reglamento al que se le ha ocurrido incluir como arma prohibida al tiragomas. Y a quien se lo ha permitido (técnico o político, da igual, con muy mala digestión ese día, o muy mala leche). O sea, alegación al canto. Y, en su defecto, que lo vuelvan a redactar y luego me expidan una guía de pertenencia, porque no queremos desprendernos del recuerdo de aquellas vacaciones.
Revisando el nuevo Reglamento se te ponen los pelos de punta. Lo del tiragomas quizá no pase de anécdota, pero es un fiel reflejo de lo que sus redactores y estos políticos quieren hacer con este mundo de las armas deportivas del que tanto dependemos los cazadores y tiradores. Por no hablar de otros sectores también muy importantes.
Decía uno de mis políticos más admirados, Winston Churchill, un político de verdad y de casta –no los que nos tocan padecer ahora– que “El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder entusiasmo”. Pues que se enteren los redactores del Reglamento, sus jefes y jefas de la Comisión Interministerial y los ministros correspondientes, que este atropello de texto no les puede salir gratis.
Que aunque nos quieran ofrecer otro fracaso, no nos van a quitar un ápice de entusiasmo. Y que si hace falta, haremos una manifestación de poseedores de tiragomas cuando y donde estimemos oportuno para defender nuestros derechos.
Nos avala el éxito. Faltaría más.
¿Y qué harán los chavales en clase? En mi época desmontábamos el típico bolígrafo «Bic» cristal y nos lanzábamos bolitas de papel los unos a los otros a modo de cerbatana. No era muy higiénico, pero eso es mítico… ¡Qué desastre!
Buenas Javi, te has olvidado de las cerbatanas, que las prohibe el mismo articulo, esto es de locos. 😉 Como esto salga adelante me piro a Suiza.