Ya ha caido la noche, pero eso no
importa. Mis ganas por caminar bajo la luz de
la luna prestando atención a todos los
sonidos que a mi alrededor se hacen hueco
entre el silencio de la noche, sintiendo de
nueva esa pequeñez ante este inmenso
mundo y guardando sigilo para no ser
escuchada por el resto de seres que al igual
que yo, disfrutan de esa hermosa noche de
luna creciente y viento frío alumbrada
por algún que otro relámpago
que se encienden y me hacen ver lo hermoso
que es ese paisaje.
Mis ganas no cesan y despues de cenar
cojo mi rifle y ropa de abrigo y me dispongo
junto a mi fiel compañero de faenas a
disfrutar de otro rato más, de otra
experiencia más y sobre todo, de otra
jornada inolvidable.
Ambos sabemos que ya es tarde, por lo
que debemos entrar siendo lo más
precavidos posible, para no rozar ninguna
piedra que pueda romper el silencio de la
noche, pues probablemente estén
disfrutando ya de esa cena que cada noche les
tenemos preparada.
Al llegar vemos que la noche
acompaña, jugamos a nuestro favor, por
lo que si tenemos suerte, será
fácil hacernos con él. Rifle
cargado, chaquetón, guantes y gorro
puesto y ponemos rumbo hacia ese aguardo
que frecuentemente rondan buscando su
manjar.
Media hora de caminata,
parándonos a escuchar todos y cada
uno de los sonidos, prestando atención
a cada movimiento y tomando siempre como
referencia la dirección del viento para
así poder ir con seguridad y hacer que
nuestra presencia pase inadvertida.
La noche sigue acompañandonos a
conseguir nuestro destino, y mi adrenalina ya
está a flor de piel por el simple hecho
de estar pisando sobre ese suelo bajo ese
relente que cae como lágrimas de
emoción al contemplar la hermosura de
ese precioso paraíso.
Al fín llegamos al lugar y vemos
que la noche de antes habían estado
comiendo, por lo que esta noche
probablemente vuelvan y aquí
estaremos mi maestro y yo, esperando con la
misma ilusión que espera un
niño el día de reyes,
sonriéndonos al mirarnos por haber
escuchado algo o simplemente disfrutando
ansiosamente de nuestra
compañía como tantos
años llevamos haciendo.
Parece que algo se mueve por el monte,
pero no, es el viento mezclado con mis ganas
de ver a ese animal que tantas veces me
desvela y tantas alegrías me da al
cabo del año. Pasan las horas y nada,
nada es lo que decide brindarnos la
oportunidad de que nuestro corazón se
acelere y los nervios se apoderen de nuestro
cuerpo, nada es lo que esta noche hará
que se rompa la noche con un estruendo
inmensoy la sonrisa se haga dueña de
nuestra cara.
Nada, pero mucho a la vez es lo que esta
noche me vendrá a la mente antes de
dormir.
Mil gracias compañero! Buena caza!!
Hola, relato corto, pero conciso, plasmando con acierto, la esencia del aguardo, para María, y todos los compañeros de afición, seguir así, ánimo y buenos tiros.