Nadie que someramente conozca el campo peninsular duda del ingente patrimonio faunístico que cobija. No en vano especies mayores, menores y migradoras, ocupan prácticamente todo su territorio. Un patrimonio de un valor incalculable que genera incluso más riqueza que el sector vitivinícola y que tenemos el inexcusable deber de preservarlo ante la insultante intervención del hombre en la Naturaleza. Y para ello nada mejor que ejercer la práctica de la caza desde la racionalidad y el respeto. Así las cosas y para garantizar su futuro, la Oficina Nacional de la Caza ha solicitado al Gobierno de España que la caza forme parte de un listado de patrimonios intangibles, promoviendo su inclusión como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad ante la organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Con este objetivo, ofrece al Gobierno de España toda su colaboración para que esta inquietud se haga realidad. La Oficina Nacional de la Caza y la Real Federación Española de Caza van a promover contactos con todos los agentes representativos del mundo cinegético para canalizar este ilusionante proyecto. Llevará su tiempo pero es el camino a seguir organizando distintos grupos de trabajo. España cobija un gran número de cazadores (800.000), suficientes para regular las poblaciones de las diversas especies. Cierto es que en los últimos 20 años 500.000 cazadores han colgado definitivamente la escopeta y el relevo generacional se empieza a cuestionar. ¿Los motivos? Muchos y de toda índole. Sería imposible enumerarlos en esta columna.
El pasado domingo este periódico, en un especial, el periodista Pascual Perea lo explicó perfectamente. Es lo que hay pero a buen seguro los que han quedado, salvo excepciones, quizá sean los verdaderos cazadores, los que sienten esta pasión con fuerza dispuestos a hacer frente al envenenamiento del campo tolerado momentáneamente por la Administración. Insistirán también en desmitificar a esos nuevos mesías de la Naturaleza que han perdido el contacto con ella, con el mundo animal y que tanto les critican en una sociedad urbana en aumento, frente a la rural en continuo descenso. No, nunca desaparecerán los cazadores, lo llevan en sus genes, están orgullosos de serlo y eso, lector amigo, no hay campaña o tendencia que lo tumbe.