Corría el mes de septiembre y con la ilusión del niño que va a estrenar un juguete nuevo, me veía dirección a Asturias para realizar el rececho soñado desde hacía mucho tiempo. El rebeco cantábrico en la Parque Natural de Somiedo. Un lugar inaccesible para la gran mayoría de mortales debido a sus restricciones por adentrarnos en tierras del oso pardo.
En el camino me acuerdo de mis amigos Pedro e Iñigo Sainz, con los que comparto compañía y caza desde hace muchos años. Los tres entrábamos en el sorteo de Asturias para este rececho, pero la diosa fortuna quiso que el fuera yo el agraciado, por lo que tengo a bien dedicarles este reportaje a ellos.
Me tocó un rebeco hembra medalla que a la postre es un trofeo algo más fino que el macho, pero de iguales características. Al llegar a Somiedo, al atardecer del día 5 de septiembre, quedo prendado de las montañas asturianas y de su tortuosa carretera de acceso. Tras un largo periplo, y ya en la oficina del parque, me presento al guarda, Jesús, un joven delgado y escalador de montañas como así me lo demostraría al día siguiente. Fijamos la hora de salida para el día siguiente a las 5:00 horas en la curva que sube al paraje denominado coto de caza y que sube a Valle de Lago donde tengo mis aposentos en la casa ???LA ENGRACITA???. Por cierto lugar muy recomendable para visitar estos espectaculares paisajes que ofrece la montaña asturiana.
Despierto el día 6 sin casi haber pegado ojo por la emoción del momento y abro la ventana que da a la cordillera donde debemos cazar ese día. El espectáculo es fantástico. Simplemente lo voy a describir como las montañas que más me han gustado del mundo, y eso que he recorrido unas pocas y en varios continentes, pero son especiales por su magnitud, por su magia del oso, por el canto del urogallo y la berrea de sus ciervos. Un conjunto de emociones que pude vivir y disfruté en propia persona ese día.
A la hora prevista, y puntual, se presenta Jesús con el patrol de rigor. Trasladamos los bártulos a su vehículo y nos dirigimos a la zona del parque valle del coto en el sopie del monte. Toca subir a pie rumbo sur. El paisaje impresiona. Sus cortados son grandiosos y tras media hora de ascenso llegamos a una planicie con varios ???teitos???. Cabañas que datan de hace 400 años muy típicas, donde parece ser a su alrededor suelen comer los rebecos. No vemos nada, pero empezamos a oír la brama de los primeros ciervos del año en el valle y casi al unísono oímos al urogallo. A pesar de mi empeño y persistencia, no consigo verlo.
Seguimos subiendo entre pedregales y lajas. Jesús sube como una exhalación y a mí me cuesta seguir el ritmo. Así y todo voy a cañón y no me quedo atrás. Llegamos hasta la cumbre y mi altímetro marca 1.814 metros. No tengo vértigo pero prefiero no mirar para abajo y seguir a Jesús entre pequeños senderos que dan al abismo. Me toca subir y bajar dos cordilleras, tres montes y voy al límite, hasta que por fin nos relajamos un rato a prismatear. Es en ese momento cuando, a no más de 20 metros, me salta un rebeco tan sorprendido como yo. Le pongo en la mira pero no es lo que andamos buscando, ya que tenemos permiso para un rebeco hembra medalla y este era mancho. Me doy por satisfecho esta mañana que avanza poco a poco. Son ya las 11:30 y observamos excrementos del oso pardo. Retirarse de cualquier lugar en el que se pueda molestar al oso es condición indispensable en este rececho. Retrocedemos, trasponemos una montaña más y en la bajada a punto de tirar la toalla en el día de hoy, avistamos una manada de rebecos hembra donde claramente destaca uno sobremanera. Metemos el scoping y Jesús me confirma que es lo que andamos buscando. Lo malo es que nos separan 300 metros y ningún tipo de vegetación.
Yo me he traído mi Blazer 243w hay mucho viento y no le veo bien. Está muy lejos por lo que mi estrategia es acercarme más con el problema que nos pueden ???guipar??? en cualquier momento y marcharse. Pero hay que arriesgase y cuerpo a tierra nos rebozamos entre la tierra y las piedras como camaleones hasta ponernos a 150 metros. La manada comienza a mostrar cierta inquietud y Jesús me pone la mochila en mis narices para que tire. Ahora o nunca. Despacio y sin prisas, pongo el rifle en la mochila, meto la cruz en el codillo del rebeco y aprieto el gatillo. Oigo el block de la bala y al mismo tiempo el rebeco se pone de pie haciendo el caballito cosa que no me ha ocurrido nunca. Tras un breve espacio de tiempo cae hacia atrás al cortado de la montaña.
Antes de nada, realizamos la pertinente llamada telefónico a la reserva para identificar el tiro que hemos realizado. Me parece fantástico que sean así de escrupulosos con este tema y controlen de esta manera que no haya furtivos.
Jesús me dice que es increíble lo que ha hecho el rebeco y nos dirigimos hacia el lugar del lance. Vemos al rebeco despeñado 30 metros más abajo en una zona rocosa de muy difícil acceso. Tras 1 hora de vuelta conseguimos cobrarlo. Una de las cuernas esta algo rota por los golpes que debió dar el animal al caer, pero es muy bonito con un antifaz muy marcado.
El guarda me felicita y tras el despiece nos echamos a la mochila nuestro trofeo. Ahora que pienso nos quedan aún dos horas de camino al coche entre montañas. Si ya el desgate tras el guarda es extremo, no quiero ni pensar como voy a llegar??? pero al final llegamos y muy bien por cierto, ya que por el camino vimos varios corzos, algún rebeco más, dos ciervos y volvimos a oír al urogallo por lo que el día no pudo ser más completo cinegéticamente hablando.
Estas montañas son el vivo ejemplo de que si queremos, y el montante económico no es mayor que salir a cazar al extranjero, no hace falta irse fuera para tener grandes experiencias de caza.