La temporada de caza en general 2013-2014 encara sus cuatro últimas semanas con la sensación de estar disfrutando de una campaña bien distinta a las de estos últimos años. Por delante quedan aún unas cuantas jornadas con perro en pos de las becadas, porque para la caza de malvices y otras aves de esta época estos días son poco alentadores, ya que no están aunque aún se las espere, a poco que algún temporal de frío extremo azote Europa y mueva algunas migradoras a última hora, especialmente las llamadas ???aves de invierno???, entre las que figuran, además de las siempre socorridas malvices, las avefrías y agachadizas, entre las especies cinegéticas, que nos suelen visitar acompañadas de chorlitos dorados y otras aves no cazables a nivel estatal.
Aunque nadie desea que las nieves nos alcancen de lleno, y menos hasta las mismas zonas costeras, para evitar los problemas que siempre se generan alrededor de la caza, tanto desde dentro, por la mala actuación de algunos individuos, como desde fuera, al hacerse fácil tabla rasa de todo el colectivo de cazadores gracias a los contados desmanes protagonizados por unos pocos.
Si echamos la vista atrás, la media veda, una más, no resultó demasiado gratificante. Apenas unas pocas tórtolas y la codorniz como especie anecdótica en territorio vizcaino, aunque sí hubo aspectos positivos como las palomas torcaces, que cada vez parecen asentarse en mayor número durante todo el año. Quienes emigraron a zonas más altas y a los páramos, preferentemente a tierras más al sur vascas y sobre todo a las riojanas o las castellanas, se volvieron a llevar otra ingrata sorpresa, porque todo apuntaba a una buena campaña codornicera, y salvo casos contados, se quedaron a verlas venir. Muchas oídas en los días previos a la apertura y muy pocas, e incluso ninguna, abierta la veda.
En octubre la suerte de nuevo resultó dispar desde los puestos de pase. Las malvices no aparecieron en sus fechas habituales y fueron contados los sitios donde se disfrutaron de cuatro días de pasa un poco decentes. Zonas vizcaínas de gran solera en malvices se quedaron a verlas venir, aunque sí que hubo sorpresas algún sábado en ciertos puntos costeros y de interior. Pasaron, pero pocas, en momentos puntuales, y nada que ver con los últimos años, en los que siempre se registraban varios días de entrada diurna y al alcance de las escopetas. Porque fueron muchas las noches en las que se dejaban sentir. Con las palomas torcaces, más de lo mismo y ni siquiera con los vientos del sur nos sobrevolaron en sus fechas habituales. Y de repente, el último día de octubre y sin avisar, más de un millón doscientas mil palomas abandonaron sus cuarteles otoñales en Iparralde para bajar en unas pocas horas en tromba hacia el suroeste peninsular. Menos mal que casi cien mil se dieron la vuelta y la festividad de Todos los Santos contó con una especie de ???contrapasa??? de palomas que volvió a alegrar los puestos de la costa, a la contra, y por algunos de interior. Por supuesto, algunas líneas de palomas denominadas de postín registraron un año nefasto para las capturas y dejaron mucho que desear; si las vieron fueron en forma de pelotas de aves a distancias de tiro imposibles por la altura.
Aunque bastante mejor fueron las cosas para los cazadores de sorda. Después de un muy tímido comienzo en octubre, en noviembre se hicieron de rogar lo suyo las becadas pero diciembre recuperó enteros respecto a años anteriores, quedándose bastantes sordas en el territorio de Bizkaia y ofreciendo jornadas interesantes para los amantes de la caza con perro de muestra. Mejores incluso que en ciertos acotados castellanos, aunque en otros sí disfrutaran de lo lindo. Resulta difícil saber cómo fue la campaña a falta de cifras reales, pero las impresiones de los corros de aficionados dan buenas pistas, y creíbles, como las que aseguran que la perdiz y la liebre también mejoraron en Castilla.