Serpientes Venenosas
Con la llegada de la primavera los reptiles salen de su letargo invernal. Mucho se ha escrito sobre los ofidios, y normalmente siempre relacionándolos con lo perverso y peligroso. Sentimientos muchas veces basados en temores ancestrales y bíblicos que no ayudan a aportar un conocimiento más real de su misión en la estructura de la naturaleza. Reguladoras de roedores y lagartos, las víboras no desestiman alguna pequeña especie de caza, si bien en la cuenta de resultados a valorar desde la óptica de un cazador resultan tremendamente beneficiosas, pues eliminan a un sinfín de pequeños predadores que destruyen las puestas de las aves que nidifican en el suelo, como perdices y codornices. No se trata, pues, de romper una lanza en favor de las víboras ni de su inocencia, pues por más que nos empeñemos en su defensa no cabe la menor duda de que su picadura puede llegar a ser peligrosa. Cazadores y pescadores, al ejercer su actividad en plena naturaleza, parecen ser los colectivos más propensos a vivir alguna desagradable experiencia con estos reptiles, que no tienen por qué ser necesariamente venenosos. Si bien en el ejercicio de la caza, durante la media veda, se suelen producir algunas mordeduras de víboras a los perros, es raro que las sufran los cazadores, y mucho más los casos mortales. Las consecuencias son considerablemente más graves cuando los afectados son ancianos o niños. Las serpientes venenosas, las víboras, marcan únicamente uno o dos colmillos separados, mientras que las culebras o venenosas marcan cuatro dientes en hilera en la parte superior y dos en la inferior. Son varias las circunstancias que influyen en la peligrosidad de las picaduras de las víboras: su tamaño, el tiempo que lleve el ofidio sin inocular el veneno y el lugar donde mordió. Siempre resulta más peligrosa una picadura en la cara o en el cuello que en alguna extremidad u otras zonas alejadas de los órganos vitales, ya que el veneno se difunde por el torrente sanguíneo. Pero quizás a nuestros lectores lo que más les interese saber es cómo actuar ante una picadura de víbora. Ante todo, conviene no perder la calma y recordar que son rarísimas las mordeduras mortales. Los afectados suelen experimentar una fuerte emoción en circunstancias en que es importante mostrar serenidad, pues cuando el ritmo sanguíneo se acelera el veneno actúa con mayor rapidez. La primera reacción se suele manifestar con un dolor local -que va decreciendo progresivamente- acompañado de taquicardia. Si se dispone de algún objeto punzante, como una aguja o similar, es muy eficaz practicar punciones alrededor de la zona afectada. Existen unas jeringuillas especiales que ayudan a absorber la mayor cantidad posible de veneno. Durante los primeros minutos después de la picadura se aconseja colocar un pequeño torniquete de manera suave, pero nunca efectuar cortes con un cuchillo o similar, pues este proceder puede aumentar la propagación del veneno. Y, ante todo, y sin dudar un instante, desplazar al afectado al médico más próximo para que le administre el suero antiofídico en la proporción que determine la gravedad del envenenamiento.