A estas alturas de calendario, hay dos opciones para la escopeta: limpiarla a conciencia, engrasarla y guardarla de forma segura hasta finales de verano, o bien tenerla en perfecto estado de funcionamiento aprovechando las contadas posibilidades que nos quedan. Otro día nos ocuparemos de aquellos que deciden plegar velas con una buena limpieza a fondo y la consiguiente revisión de los mecanismos principales. Ahora toca insuflar ánimos a los que reniegan de aparcar la escopeta tantos meses. Además, puede resultar una buena época para corregir esos defectillos que a veces notamos cuando estamos en caza real y los tiros no van donde deseamos, esto es, a la pieza que a veces tardamos horas en localizar. Pocos momentos hay más desanimantes que cuando por fin el perro nos pone un pájaro; ya sea perdiz, becada e incluso una codorniz después de un gran esfuerzo y nos acercamos cautos, sale la pieza y ¡pim!, ¡pum! y el pájaro se marcha a criar con un susto del carajo a cuestas. Si al menos el perro sale corriendo detrás de la pieza, indicará un adiestramiento poco riguroso, pero nos evitará esa congoja de cuando el can veterano se queda sentado mirando a su amo después del clamoroso fallo, como reprochándole su falta de acierto para completar la captura.
Cuántos disparos que se fallan se podrían acertar si el cazador tuviera ese instinto de tirador, que básicamente consiste en controlar el momento, encarar adecuadamente, juzgar la trayectoria, calcular el adelanto y finalmente, doblar el dedo índice. Claro que también se falla, pero casi siempre sabiendo el motivo. De hecho, las distintas modalidades de tiro al plato nacieron con esta ocupación, mejorar el tiro de caza y buscar un entretenimiento para la escopeta en tiempo de veda. Así, las primeras tiradas se hacían con bolas de cristal rellenas de plumas para simular al pájaro. Poco que ver con los actuales campos de foso olímpico, que sin embargo ofrecen la posibilidad de juzgar y calcular unas veloces trayectorias que bien pueden ser las de una perdiz salvaje.
CONSEJOS. En Bizkaia, la oferta es más que limitada, pero hay un campo de tiro al plato activo en Gallarta con un foso olímpico, y de forma puntual otro en Zamudio, con un foso universal. Para tirar en ambas canchas resulta necesario contar con la tarjeta federativa de tiro olímpico, que se puede solicitar en la federación vizcaina (Camino de Berriz 97, Artxanda – Bilbao, Tel 944476662). Pero nada que ver, por ejemplo, con los campos de tiro al plato existentes en la vecina Gipuzkoa, con canchas al menos en Irun, Arrate, Salinas de Leniz, Legazpia y Olaberria. En Araba, también disponen de fosos de plato en Ibaia, Aramaiona, Amurrio, Okendo y Santa Cruz del Fierro. Por lo menos, la oferta a nivel de foso es bastante más variada en una campaña que comienza este mismo fin de semana. Eso sí, conviene repasarse las normas mínimas, sencillas y fácilmente localizables incluso por internet, para saber estar correctamente en un planché y no alterar sin querer la dinámica de las escuadras y las tiradas en las que se participe.
Para quienes deseen practicar los recorridos de caza, las alternativas son menores pero existen. Así, quienes se acerquen por ejemplo al coto industrial alavés de Txoriarte no sólo podrán poner en forma a sus perros con especies sembradas, sino que disponen de dos canchas de recorridos de caza y un minifoso en las mismas instalaciones. También la federación guipuzcoana de caza dispone de tres canchas en la campa de Arkale en Oiartzun, donde también es preciso estar federado en caza para tirar, pero ya han comenzado su época de campeonatos, con lo que la disponibilidad de huecos para tirar puede estar más complicada de ahora en adelante. En cualquier caso, quienes han probado un par de series a las patenas, minis, conejos y candelas, repiten. Por algo será.