N.G.- Todavía no ha concluido la media veda en muchos sitios pero así y todo han transcurrido días suficientes como para poder hacer un pequeño balance, cuanto menos circunstancial y aproximado, debido a que es imposible informarse de todo lo que sucede en todas partes.
Yo me he desplazado a tierras riojanas, concretamente a un pueblo de la comarca de Santo Domingo de la Calzada. La poca paja, los rastrojos cortados al raso, cual autopistas, y la pronta cosecha convirtieron el coto en un infierno amarillo de paja, salvándose exclusivamente las zonas verdes (alubias, patatas etc.) y sus orillas. Nuestras capturas han seguido una línea regular con respecto a los últimos dos-tres años: poca codorniz y contentos con la media docena al día. Aunque es cierto es que hubo gente que el primer día disfrutó de lo lindo en acotados como el del pueblo limítrofe Castañares o el propio Santo Domingo de la Calzada. Las llamadas que he recibido desde Palencia (zona de Aguilar de Campoo), desde Zamora y desde la zona de Burgos cercana a Belorado (Castildegado, Redecilla etc.) me comunican que nada de nada. A la africana, prácticamente ni se le ha visto.
Al contrario, desde Pancorbo y en el condado de Treviño me transmitía que se estaban poniendo las botas, lo mismo que en la zona de Cerezo de Río Tirón. Es lo que tiene comprar la paja y conseguir así que aguanten las pequeñas gallináceas.
En Gipuzkoa, lo de siempre: la media veda es algo testimonial que ha de servir para poder sacar la escopeta y el perro a pasear durante la mañana. Aun así, puede haber alguna sorpresa. Recibí una llamada reciente de un compañero elgoibarrés de Adecap Gazteak comentándome que un familiar había abatido nada menos que cinco codornices en una localidad costera guipuzcoana.
Un premio increíble para lo que suele ser habitual en nuestra media veda. Por último, y haciendo referencia al artículo publicado por Adolfo Olivera en Desveda (www.|servidor|), parece ser que en nuestro territorio las tórtolas no se han dejado ver y, un año más, casi todos los guipuzcoanos que sueñan con una media veda mínimamente entretenida se han dado con un canto en los dientes.