Las noticias que llegan desde tierras castellanas y riojanas no son las mejores ya que las cosechadoras y las empacadoras están aprovechando a tope estos días cálidos para cumplir con su tarea para el enfado de los cazadores, que ven cómo semanas antes las hileras de paja van desapareciendo con rapidez a muchos días antes de la apertura, lo que hará imposible la presencia de codornices en unas tierras ya de por sí muy secas.
Volviendo a los preparativos y a menos de dos semanas para el inicio de la codorniz, imaginamos que ya los perros están progresando en su forma física, y que vamos trabajando el esfuerzo y las almohadillas plantares de nuestros fieles aliados. También, que ya tenemos toda la documentación al día y en regla, así que toca ir pensando en los numerosos accesorios que nos harán falta para esta corta pero intensa época de caza.
Lo primero será revisar bien y a fondo nuestra escopeta. Una limpieza y engrasado previo no le vendrá de más, ya que para muchos llevará seis meses inactiva, guardada en su funda, maletín o armero. Una buena limpieza de los cañones, la revisión de los mecanismos y probar con unos aliviamuelles nos dará pistas de que todo está en orden. La máxima es siempre limpiar hasta donde uno sepa. En las paralelas, los más activos se atreverán incluso con las pletinas, aunque no sea bueno andar soltando y poniendo estas piezas, que estarán siempre perfectamente encastradas en las maderas. Las superpuestas y repetidoras, en sus modelos más habituales, resultan por lo general más sencillas de limpiar.
Cada uno sabrá el grado de revisión y de limpieza que desea efectuar. Desde luego, las semiautomáticas con sistemas inerciales son mucho más fáciles de limpiar que las de gases, cuyos dueños ya saben que el menor retroceso tiene el peaje de la limpieza más exhaustiva. No encontrar holguras ni piezas sueltas, señal inequívoca de que algo está roto, será un buen síntoma, además de comprobar las partes más desgastadas. Especial atención merecen siempre el gatillo y su presión, así como el mecanismo de seguro, que no deberá de tener holguras ni desplazarse, salvo que el movimiento lo realice el cazador.
En este punto siempre es mejor un punto más de dureza que de ligereza para evitar los siempre temibles accidentes. La máxima es evitar por todos los medios el riesgo de un disparo fortuito. Ante la mínima duda, recurrir a un armero profesional que será quien resuelva las dudas y nos pondrá a punto la escopeta.
Para la media veda, salvo excepciones contadas, no será necesario un gran acopio de cartuchos. Para la codorniz bastará con perdigones finos, con plomos del 10 o del 11 para el primer disparo o con 10 o 9 para el segundo, cuando la pieza ya está más lejos. Y con 30 gramos de peso es más que suficiente en general para abatir una codorniz. Para los tortoleros, un primer cartucho también del 10 aunque algo más fuerte, con 32 gramos por lo menos, secundado por otro del número 9 u 8 para tirar en nuestras zonas querenciosas de costa. Quien quiera tirar del 7, casi mejor que lo guarde para las torcaces en zonas castellanas, extremeñas o andaluzas. En esta época de calor tampoco es preciso recurrir a las pesadas cargas de 36 gramos, aunque cada uno tenga sus gustos.
Otro apartado importante es el de la ropa y el calzado para afrontar largas mañanas por los páramos y campos. Los nuevos ropajes técnicos, ahora hasta llamados inteligentes ayudarán al abrigo al amanecer y a la transpiración en las horas centrales. También el calzado resulta primordial; deberá estar ya hecho al pie y no al revés, aunque sea inevitable que algunos quieran estrenar botas en la apertura. Chaleco, calcetines transpirables, agua para el amo y para el perro, serán algunos elementos más a tener en cuenta.