Una victoria con sabor agridulce

N.G.- El visto bueno del Parlamento Vasco a la Ley de Caza, el pasado viernes, ha permitido respirar hondo al colectivo de cazadores, que unos días antes veía cómo la marcha que llevaba la regulación amenazaba de muerte su actividad. «La ley va a permitir que sigamos cazando en Bizkaia y Gipuzkoa, lo que no es poco, visto cómo estábamos hace tres o cuatro semanas». El presidente de la Asociación para la Defensa del Cazador y Pescador Vasco, Adecap, y de la Oficina Nacional de Caza (ONC), Juan Antonio Sarasketa, se refería al difícil momento en que los partidos acordaron ampliar tanto las distancias de seguridad que los cazadores se vieron obligados a lanzar un órdago. Amagaron con manifestarse, pero no hizo falta. Finalmente, las negociaciones posibilitaron un acuerdo.

La norma ha contentado a todas las partes implicadas, lo que el presidente de la Federación Vasca de Caza, José María Usarraga, considera que la hace buena. «Si hubiera contentado a unos y no a otros, no habría sido bien admitida», considera.

Las mayores diferencias se suscitaron a propósito de las distancias de seguridad. Ecologistas y alguna organización de baserritarras exigían elevarlas al máximo. Sarasketa considera que en este punto «hemos salido airosos» y que, en realidad, los cazadores no tienen ninguna dificultad de entendimiento con los baserritarras pues, como recalca el presidente de la federación alavesa, Enrique Mellado: «Estamos condenados a entendernos». Para el presidente de Adecap, el mayor problema lo ocasionaron los «urbanitas que llegan a un caserío y les molesta que pase por allí una vía pecuaria y quieren acabar con la actividad de la caza que se practica desde siempre». Para los cazadores, opiniones de este tipo no se pueden considerar autorizadas.

A pesar de ello, se han tenido en cuenta. Es más, el presidente de la Federación Guipuzcoana, José María Usarraga, hijo, entiende que «se ha escuchado más a los contrarios que a nosotros, lo que no suele ocurrir con ninguna ley». Esta circunstancia ha motivado, a su juicio, que «se hayan tenido que dejar muchos pelos en la gatera». Y también que el debate y la «presión social» se hayan sustentado más en «polémicas estériles» que en problemas reales. Aun así, cree que «el resultado final es satisfactorio».

Ahora hay que esperar a que un reglamento desarrolle destalles que han quedado sin atar. «Hay puntos todavía dejados a interpretación y es algo peligroso porque la ley no puede bajar a los últimos pormenores», resalta el presidente de la Federación Vasca.

No obstante, Sarasketa se felicita porque esta tarea deberá ser supervisada por las diputaciones. «Jugarán un papel importante y esto es bueno porque en los departamentos de Agricultura hay gente que entiende de caza, y hasta ahora hemos estado sometidos al criterio de personas que no tenían nada que ver con ella».

El menos optimista con la ley es el presidente de la federación alavesa. Para Mellado, la norma aprobada ha centrado su atención en el «apartado sancionador» dejando de lado «problemas muy importantes» de la actividad cinegética.

Como más acuciante, destaca la responsabilidad con los accidentes de caza. En Bizkaia y en Gipuzkoa se exime a los cazadores, pero esto no ocurre en Alava, donde suele responsabilizarse a los propietarios de los cotos. Mellado opina también que, puestos a ordenar la actividad cinegética en los montes, «deberían haberse regulado también otras actividades que puedan causar problemas». Sarasketa reconoce esta deficiencia y asegura que la pondrá en el primer plano de la agenda. «Lo abordamos antes desde la ONC y se consiguió modificar la ley, pero algunos jueces no hacen caso y siempre se inclinan del lado más débil, el accidentado. Las asociaciones de cazadores hablamos de conservación del medio ambiente, de racionalidad en la gestión de la caza, pero parece que no es suficiente. Al final, frente a la Administración, no nos queda más remedio que hacer ostentación de fuerza para ser escuchados».